Radiografía de la inmigración
La Vanguardia José Antich Director
El Ayuntamiento de Barcelona ha dado a conocer una amplia radiografía de la inmigración en la capital catalana -cuya cifra en el momento de su realización es de 283.362 personas- y que acaba con algunos clichés que muchas veces sesgadamente se utilizan. De entre los muchos datos que se manejan en el informe hay uno que llama poderosamente la atención: la formación de los extranjeros empadronados en Barcelona.
Un tercio tiene estudios universitarios, cuando hace diez años este porcentaje no llegaba al 25%. En la década del aluvión de la inmigración, también ha habido una llegada masiva de ciudadanos de países comunitarios con estudios superiores, lo que matiza mucho la idea muy instalada de que los recién llegados eran mano de obra sin cualificar, cuyo destino inexorable era la construcción o el servicio doméstico en sus diferentes variables.
El perfil de la población inmigrante ha cambiado notablemente en la última década, periodo en el que se han multiplicado por cinco los empadronamientos en Barcelona. Un aluvión que ha dado lugar a nuevas realidades sociales. Por ejemplo, que los ciudadanos con pasaporte comunitario italiano (condición que reúnen numerosas personas nacidas en Argentina y Brasil) sean ya la primera comunidad extranjera en cuatro de los diez distritos de la capital catalana: Eixample, Sarrià-Sant Gervasi, Gràcia y Sant Martí. O que uno de cada tres pakistaníes que se han instalado en España haya preferido hacerlo en Barcelona.
La estadística dibuja una realidad enriquecedora y compleja, que también se presta a la paradoja, pues cerca de 15.000 extranjeros han nacido en la ciudad, pero no pueden acceder a la nacionalidad porque alguno de sus padres no tiene la documentación en regla.
El Ayuntamiento de Barcelona ha dado a conocer una amplia radiografía de la inmigración en la capital catalana -cuya cifra en el momento de su realización es de 283.362 personas- y que acaba con algunos clichés que muchas veces sesgadamente se utilizan. De entre los muchos datos que se manejan en el informe hay uno que llama poderosamente la atención: la formación de los extranjeros empadronados en Barcelona.
Un tercio tiene estudios universitarios, cuando hace diez años este porcentaje no llegaba al 25%. En la década del aluvión de la inmigración, también ha habido una llegada masiva de ciudadanos de países comunitarios con estudios superiores, lo que matiza mucho la idea muy instalada de que los recién llegados eran mano de obra sin cualificar, cuyo destino inexorable era la construcción o el servicio doméstico en sus diferentes variables.
El perfil de la población inmigrante ha cambiado notablemente en la última década, periodo en el que se han multiplicado por cinco los empadronamientos en Barcelona. Un aluvión que ha dado lugar a nuevas realidades sociales. Por ejemplo, que los ciudadanos con pasaporte comunitario italiano (condición que reúnen numerosas personas nacidas en Argentina y Brasil) sean ya la primera comunidad extranjera en cuatro de los diez distritos de la capital catalana: Eixample, Sarrià-Sant Gervasi, Gràcia y Sant Martí. O que uno de cada tres pakistaníes que se han instalado en España haya preferido hacerlo en Barcelona.
La estadística dibuja una realidad enriquecedora y compleja, que también se presta a la paradoja, pues cerca de 15.000 extranjeros han nacido en la ciudad, pero no pueden acceder a la nacionalidad porque alguno de sus padres no tiene la documentación en regla.
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