Una veintena de inmigrantes y autóctonos de Vic recitan textos de Martí i Pol y Verdaguer en el Parlament

En una pequeña sala del centro de Vic se oyen dos célebres versos de uno de los grandes poetas que vio nacer y morir la comarca: «…i que per mi és com si el món sencer/ girés entorn de l’eix dels meus poemes». No sabía Miquel Martí i Pol cuánta razón iban a tener esas palabras, pronunciadas en la capital de Osona. Cuatro ghaneses, un marroquí, una italiana, una francesa, un senegalés, una boliviana, una colombiana, una madrileña y un puñado de catalanes giran dos veces por semana en torno a esas palabras; las recitan y las teatralizan.

El Vic idílico, casi utópico, es posible, según muestran ellos. Un Vic ya casi desconocido, tras el aluvión de noticias sobre la polémica gestión de la inmigración en la ciudad. Esta veintena de personas se abrazan, se ríen, quedan a tomar algo, organizan salidas y, sobre todo, hablan en catalán entre ellas. Los cuatro ghaneses, Jones, Eric, Moussa y Alí, aparcan un momento su inglés y discuten en lengua catalana sobre la ofensiva del alcalde de Vic, sobre el xenófobo Anglada, sobre las leyes, las costumbres. Aunque la política es de los temas que menos se tocan en las casi dos horas que pasan juntos.

Lo suyo es la multicultura, y lo exhibirán esta tarde en el Parlament de Catalunya, antes de iniciar una breve gira por el país. Recitarán textos no solo de Martí i Pol, sino también de otros dos literatos osonenses, Jacint Verdaguer y Maria Àngels Anglada. El título de la obra, promovida por el Consorci per a la Normalització Lingüística, es Amb veu nova, les velles paraules. «Esa voz nueva se refiere a las nuevas generaciones, la gente joven que tenemos aquí. Pero también a que es gente de fuera, que acaba de aprender el catalán», explica Dolors Solà, del centro de normalización lingüística de Osona.

Amplia red social

Este es un Vic distinto del que lleva meses saliendo en las noticias y tertulias, dicen todos. Por supuesto, saben que una veintena es una minoría, pero cada inmigrante cuenta con una amplísima red social de compatriotas para explicar y extender sus experiencias. Como Mimoun, el marroquí, que es músico y monta sketches en el teatro.

O María Angélica García, una boliviana que hace tres años llegó al pueblo de Folgueroles y ya se ha convertido en una férrea defensora del catalán: «Casi todo el mundo comienza a hablarme en castellano, supongo que por mi aspecto. ¡No quiero! Que nos hablen en catalán también a los inmigrantes y si resulta que no lo entendemos, que nos esforcemos en aprenderlo», dice.
El catalán, dice, le ha abierto puertas, de trabajo, de amistades. También a los cuatro ghaneses, a pesar de que admiten que es difícil aprender el idioma. Bromean con Ab-
dourrahmane, el senegalés: «Para él ha sido mucho más fácil, porque en su país se habla francés». Tampoco a la italiana Stefania le cuesta el pequeño paso de formaggio a formatge. «Lleva solo tres semanas viniendo a los ensayos y ya lo habla de maravilla», dice Dolors Ramon, la directora de la obra, que es una alternativa a lo que se hace desde hace seis años en Vic: los Pastorets representados por inmigrantes y autóctonos.

«No solo inmigrantes, eso es importante. No queremos diferenciar, debe ser una mezcla», añade Ramon. Una mezcla curiosa, incluso emotiva: uno de los voluntarios catalanes en la obra es Ramon Martí i Pol, el hermano del autor, que incluso recita un texto en el que el poeta habla de él.

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