El velo y la intolerancia

El odio al diferente es siempre algo a lo que recurrir en tiempos de crisis y parece que nadie se refrena, aunque cuando lo que hay por medio es una niña que, ante la islamofobia machacona de algunos medios, decide hacer visible su opción religiosa y vivirla libremente, poniéndose un hiyab que no atenta contra la dignidad de nadie.

Resulta patético cómo la clase política quiere disputar a la ultraderecha racista los votos de los que, sin analizar el asunto, echan la culpa de todo a los inmigrantes y no al sistema económico. Entre los derechos humanos figura el de profesar la fe que a uno le venga en gana o el de no profesar ninguna. Incluye el derecho a expresar privada y públicamente la fe religiosa, así como el derecho a cambiar de religión.

Tal vez lo más positivo en esta noticia es que esa niña quiere ser profesora de mayor. Estoy seguro de que si en ese claustro de profesores hubiera habido una compañera con hiyab, ningún docente habría amonestado a esta niña, como estoy seguro de que las peleas motivadas por agresiones físicas y verbales racistas en los colegios serían tratadas con otro tono en este país si hubiera un profesor negro en cada centro.

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