Vic agita el fantasma xenófobo
# La polémica sobre el padrón altera la agenda de los partidos y da oxígeno a la Plataforma per Catalunya
# • CiU exhibe su perfil más duro mientras el PSC y ERC anhelan pasar página
Con independencia de los motivos de los ediles de Vic para alterar de forma unilateral los criterios de empadronamiento, la polémica en términos políticos tiene un ganador claro: la Plataforma per Catalunya de Josep Anglada.
El hábil exfalangista reconvertido al catalanismo se ha apresurado a colgarse la medalla en un magnífico espot publicitario para las posiciones más ultras cortesía de la corporación municipal. El tiempo dirá si el movimiento de fichas del alcalde democristiano Josep MariaVila d’Abadal (que encabeza la iniciativa ante unos socios que oscilan entre el descrédito y el miedo al ridículo) sirve para neutralizar a la formación xenófoba o, al contrario, le brinda la alcaldía en bandeja. Abadal se enfrenta (salvando todas las distancias) al mismo dilema que los demócratas alemanes partidarios de la República de Weimar: ¿cuánto ceder ante Hitler para evitar malos mayores en forma de guerra civil? Volveremos sobre esto.
Más allá de la repercusión en las próximas municipales, el decretazo de Vic, ha alterado la agenda política catalana, y es ante un elemento inesperado como este cuando los estadillos estudian la oportunidad y el riesgo que entrañan.
Siempre hay imprevistos: unas inundaciones en Alemania en el 2002, un terrible atentado en Madrid tres días antes de las elecciones o un accidente nuclear en la campaña entre Arnold Vinick y Matthew Santos en el Ala Oeste de la Casa Blanca. Lo insólito del caso es que se trata de una crisis creada por los propios políticos municipales, sin conocimiento de sus respectivas cúpulas.
Eso explica en parte la estupefacción inicial. «Al principio no entendía ni de qué me hablaban», reconoce un dirigente republicano. Pero dos semanas después de que el tema apareciera en EL PERIÓDICO, el debate de fondo es ya insoslayable: ¿qué hacemos con los inmigrantes indocumentados?
Apoyo sin fisuras
Después de unos titubeos iniciales, CiU se ha apresurado a apoyar sin fisuras a su alcalde.
La razón es muy simple: «Tenemos que demostrar que no nos da miedo el debate, lo contrario es alimentar a la extrema derecha» dice un dirigente convergente. Peor lo tienen PSC y ERC, que esperan que la tormenta amaine pronto con los mínimos daños colaterales.
El plan pasa por declarar ilegal la intención del ayuntamiento y pasar página. Los socialistas son conscientes de que el debate sobre la inmigración, como el de la seguridad ciudadana, suele beneficiar a la derecha y admiten que su electorado está dividido sobre esta cuestión, al igual que el de ERC, entre los partidarios de la mano dura y los que se ponen del lado de los más desfavorecidos. «Son nuestros votantes los que conviven con los inmigrantes», dicen en el PSC, donde todavía pervive el fantasma de la pérdida de la alcaldía de Manlleu en 1999. Es un tema envenenado, difícil de trasladar a la opinión pública en toda su complejidad y, por tanto, terreno abonado a la demagogia.
En lo que sí que coincide toda la izquierda es que la propuesta, aún admitiendo los enormes problemas que afrontan los ayuntamientos, ha sido un tremendo error que «amenaza con echar por tierra un magnífico trabajo de integración anterior». Aun así, PSC y ERC son partidarios de mantener en un perfil bajo la polémica y salvaguardar a unos concejales atrapados entre dos fuegos.
Los socialistas, además viven en la paradoja Corbacho. El ministro de Trabajo, con fama de duro (no en vano ha pactado la ley de inmigración con CiU), aparece como adalid de los derechos de los inmigrantes para pasmo de sus correligionarios vicenses.
Contra la izquierda buenista
Pero el estadillo de CiU ha visto una oportunidad de oro para fijar en la mente del votante la imagen de que a ellos no les tiembla el pulso con la inmigración (para desgracia de Àngel Colom, que se sube por las paredes). «Nuestra apuesta es la integración, pero también un control de fronteras más estricto», dicen los convencidos de que hay que apretar las tuercas a la izquierda buenista por este flanco. El PP también espera réditos, al igual que ICV por la vía opuesta, la de desmarcarse de cualquier presión a los sin papeles.
La incógnita es si todo este movimiento táctico, (realmente obsceno después de la firma del Pacto por la Inmigración para dejar el tema fuera de la agenda partidista), alimenta o no a la bestia.
Por suerte las elecciones aún quedan lejos, pero no está de más recordar de vez en cuando el destino del sueño de Weimar.
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