‘Se ha ido más gente pagando su billete que con los programas de retorno del Gobierno’

sergio barcielaHace poco más de una semana, concluía en El Escorial el encuentro confederal sobre migraciones de Cáritas España. La percepción negativa de la inmigración, las legislaciones restrictivas y la ilegalidad sobrevenida son los temas más preocupantes. ¿Es cierto que los extranjeros no se integran? En diálogo con RedInmigrante.es, el Técnico del Programa de Inmigración, Sergio Barciela, recuerda que la integración no es sólo una tarea de ‘los otros’.

RI: Hay un clima de opinión negativo sobre la inmigración…

Todas estas percepciones son falsas, no responden a hechos concretos. En algunos casos son prejuicios y en otros son realidades a medias. El reto es construir fraternidad, igualdad y tender puentes en nuestros barrios y comunidades.

RI: ¿A qué se debe la aparición de estos estereotipos? ¿Ya existían y han resurgido con la crisis o es un fenómeno nuevo?

Por un lado, el estereotipo ha estado ahí. No debemos ver la inmigración como un problema, sino como una oportunidad que ha generado un gran desarrollo en los países del norte. Pero los flujos migratorios se conciben desde un punto de vista mercantil, laboral: cuando nos interesa que lleguen inmigrantes, les garantizamos una serie de derechos; pero en un contexto de crisis, los restringimos y los echamos. Sin embargo, los datos objetivos muestran que necesitamos inmigrantes para iniciar un nuevo ciclo productivo en nuestro país.

RI: El lema de la última campaña de Cáritas es ‘Son personas, no son números’, ¿por qué se visibiliza a la inmigración en términos numéricos?

En las sociedades del norte las personas como tal no existen. Lo que hay son trabajadores. Si veo una fuerza laboral y no una persona, esto afecta también a la población autóctona. Sólo hay que ver la temporalidad en el empleo, el modelo económico que necesitaba mano de obra precaria, a corto plazo, mal remunerada. A la larga, con la llegada de la crisis, hemos visto que se produce una desprotección generalizada.

RI: Uno de los principales ejes de la política migratoria del Gobierno es fomentar el retorno. ¿Puede esto paliar los efectos de la crisis en estas personas?

Nosotros consideramos que hay un uso poco claro respecto del programa de retorno. Desde Europa hay una tendencia que es convencer a las personas extranjeras para que, en el contexto económico en el que estamos, se vayan a sus países. Estas políticas están mal planteadas porque no han tenido éxito en ningún país del mundo.

‘Cuando en España se alarga el periodo de internamiento de 40 a 60 días por haber cometido una falta administrativa, se da un doble rasero en las sanciones. Porque a mí, por un delito administrativo me ponen una multa y a otra persona la privan de libertad’

RI: ¿Cómo deberían orientarse?

En España y Europa se ha planteado que si se van, pierden una serie de derechos, deben dejar su documentación legal aquí y se tienen que comprometer a no volver en tres años. Nuevamente hay una visión mercantilista detrás de las políticas de retorno. Esto lo que traslada a la opinión pública es que la inmigración es un problema.

RI: Entonces, refuerza los mensajes xenófobos que estamos escuchando en los últimos meses…

No es un mensaje positivo. Lo que la ciudadanía ve es que nos estamos quitando un problema de encima. Y realmente, en las políticas de retorno hemos visto, entre comillas, un fracaso. Porque se ha ido más gente pagando su billete de manera personal que personas dentro del programa de retorno del Gobierno y de Europa. La gente hace un proyecto de migración colectivo y familiar y no quiere renunciar a su documentación legal, no quiere comprometerse a no volver. Detrás hay personas, no es un proyecto individual. Han venido muchos de ellos a quedarse, tienen a sus hijos y se casan aquí. A la par, los programas de retorno tranquilizan a un sector de la opinión pública que ve la inmigración como una amenaza.

RI: Desde la experiencia de Cáritas, ¿cómo han cambiado los problemas que enfrentan los inmigrantes hoy respecto de la realidad previa a la crisis?

Vemos un retroceso. Cuando la política migratoria está condicionada al contexto laboral, a si se tiene un trabajo, hay muchas personas que están quedando en la irregularidad sobrevenida porque no tienen un contrato laboral para renovar su segunda tarjeta temporal. Hay muchas dificultades de documentación, de personas que llegan legalmente y están legalmente aquí y no pueden en este contexto renovar sus permisos. Y la única opción que se les ofrece es irse.

RI: ¿Qué soluciones se les puede dar a estos casos’

Tiene que haber políticas públicas que desarrollen una integración real. Por el contrario, se está haciendo un recorte presupuestario muy fuerte. La inmigración se está viendo en un contexto político electoral y es un arma arrojadiza. No hay una auténtica política de estado.

RI: ¿Teme la clase política los costes que le puede suponer invertir en integración?

La opinión pública está condicionando un discurso público más duro y restrictivo. Las reformas que están llevando a cabo Francia o Italia responden a un contexto económico donde la solución parece la ‘mano dura’ y se genera una retroalimentación. Esos estereotipos son veneno puro en una propuesta de construcción de ciudadanía, porque a la larga legitima una pérdida de derechos humanos. Cuando el periodo de internamiento se prolonga hasta casi un año en algún país de Europa, cuando en España se alarga de 40 a 60 días por haber cometido una falta administrativa, se da un doble rasero en las sanciones. Porque a mí, por un delito administrativo me ponen una multa y a otra persona la privan de libertad. Todo este retroceso de derechos se legitima en un discurso político que se basa en estereotipos. Es una propuesta de ciudadanía que hay que cambiar.

RI: ¿Cómo afectan los mensajes xenófobos a los inmigrantes?

El nivel democrático de un país se mide en la manera como se trata a los más vulnerables. Lo que estamos viviendo es una crisis económica, pero también es una crisis de derechos, con retrocesos, porque se establece una sociedad por niveles, con ciudadanos de primera, que tienen todos los derechos; de segunda, de tercera y no ciudadanos.

`Las políticas de retorno están mal planteadas. No han tenido éxito en ningún país del mundo. (…) Los programas de retorno tranquilizan a un sector de la opinión pública que ve la inmigración como una amenaza’

RI: ¿Y qué pasa con el argumento que dice que los inmigrantes no se integran?

Es un prejuicio. La manera de entender la integración en este caso es asimilacionista, de la lógica ‘que se integren ellos’. España es un cruce y mestizaje de culturas. Amin Maalouf, que recibió el Premio Príncipe de Asturias, planteaba que somos un cruce de identidades en el que nos vamos construyendo y enriqueciendo. Querer meter en una urna ese espíritu de integración en el que el esfuerzo lo tienen que hacer el otro es un error. Hay que comprender que tiene que haber un diálogo mutuo, en el que yo también tengo que interactuar. Hoy más que nunca necesitamos espacios de encuentro entre culturas, entre distintos.

RI: Hace poco, en RedInmigrante.es hicimos una encuesta en el que se señalaba como principales responsables de este ambiente xenófobo a los políticos y a los medios de comunicación, ¿estás de acuerdo con este disgnóstico?

Es como el huevo o la gallina. Los medios a veces trasladan un mensaje a la opinión pública que no es el más acertado, pero es que hay muchos intereses detrás. En algunas noticias parece que hablar de inmigración y de otros temas sociales es lo mismo. Hablan de redada en Madrid, donde cogen a personas sin hogar, prostitutas e inmigrantes. Son noticias que generan alarma social. Y en cuanto al discurso político, es lo mismo. La ausencia de un pacto de Estado sobre Inmigración provoca una serie de propuestas que buscan la fragmentación en vez de la construcción de ciudadanía a largo plazo.

FUENTE: R.I.

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