Vuelve la xenofobia como arma electoral
Francesc Moreno
Cada vez que se acercan elecciones reaparecen campañas con tintes xenófobos en los partidos de derechas. El PP vuelve a la carga con el ‘no cabemos todos’, mensaje especialmente ridículo en un momento en que los inmigrantes, de forma significativa, están volviendo a sus países. Tan ridículo como la campaña sobre el empadronamiento, olvidada por el simple motivo de que no se empadrona nadie en estos momentos.
Pienso que es lógico que los países comunitarios establezcan controles sobre los flujos migratorios y que faciliten la expulsión de delincuentes. Pero de ahí a realizar campañas que criminalizan indiscriminadamente a inmigrantes en general o a gitanos en particular hay un trecho que no se debería recorrer, al menos por los partidos democráticos. Porque, además, sus impulsores saben a la perfección que las campañas son de cara a la galería, pues en la practica afectan a muy pocas personas, aunque puedan crear inquietud en muchas.
Estas campañas se basan en estimular las bajas pasiones en base a teorías intuitivas que no se corresponden con la realidad, consistentes en creer, o hacer creer, que contra menos seamos, a más tocaremos. La realidad es justo la contraria: sólo con la aportación de los inmigrantes ha sido posible mantener el superávit de la Seguridad Social. Sólo con el rejuvenecimiento de la población aportado por la inmigración es posible garantizar algún futuro a las pensiones públicas. Sólo con la inmigración es posible cubrir muchos puestos de trabajo a los que no quieren acceder los nacionales aunque estén en paro.
La xenofobia no sólo es moralmente degradante sino que además perjudica los intereses económicos de todos. Señores y señoras de la derecha, tan defensores de la fe cristiana: en este tema podrían seguir la doctrina de la Iglesia y no vender su alma al diablo por cuatro votos.
Pienso que es lógico que los países comunitarios establezcan controles sobre los flujos migratorios y que faciliten la expulsión de delincuentes. Pero de ahí a realizar campañas que criminalizan indiscriminadamente a inmigrantes en general o a gitanos en particular hay un trecho que no se debería recorrer, al menos por los partidos democráticos. Porque, además, sus impulsores saben a la perfección que las campañas son de cara a la galería, pues en la practica afectan a muy pocas personas, aunque puedan crear inquietud en muchas.
Estas campañas se basan en estimular las bajas pasiones en base a teorías intuitivas que no se corresponden con la realidad, consistentes en creer, o hacer creer, que contra menos seamos, a más tocaremos. La realidad es justo la contraria: sólo con la aportación de los inmigrantes ha sido posible mantener el superávit de la Seguridad Social. Sólo con el rejuvenecimiento de la población aportado por la inmigración es posible garantizar algún futuro a las pensiones públicas. Sólo con la inmigración es posible cubrir muchos puestos de trabajo a los que no quieren acceder los nacionales aunque estén en paro.
La xenofobia no sólo es moralmente degradante sino que además perjudica los intereses económicos de todos. Señores y señoras de la derecha, tan defensores de la fe cristiana: en este tema podrían seguir la doctrina de la Iglesia y no vender su alma al diablo por cuatro votos.
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