Los políticos hipócritas que utilizan la inmigración.


En lo que parece el cuento de las mil y una noches, varios municipios catalanes hablan de negar el empadronamiento a los inmigrantes incívicos, provocando de paso, un sentimiento de desconfianza y rechazo al colectivo inmigrante.

Como si ya de por sí no tengamos problemas, que nuestras mujeres traen al mundo y en especial a Cataluña muchos hijos y esto puede ser un problema para los verdaderos catalanes (¿qué hace o distingue un catalán "catalán, de padres catalanes" al catalán por elección propia?).

O que somos muchos, que no cabemos todos, o que no nos integramos, o que somos muy caros dado que según los tópicos abusamos de la salud, de los centros de atención, que colapsamos colegios, que vivimos en pisos pateras.

El rosario es muy grande, casi siempre tenemos la culpa de todo lo malo que últimamente pasa en España y en especial en Cataluña.

Los incívicos son apenas unos pocos, tan pocos que apenas si entran en las estadísticas y cabe recalcar que no todos son inmigrantes.

Yo entonces pregunto ¿qué tenemos que hacer con aquellos vecinos incívicos catalanes o españoles?

Porque haber hay y son muchos, pudimos verlo en la última huelga convocada por los sindicatos, cuando saquearon tiendas, pudimos verlo en las últimas celebraciones del campeonato del mundo, cuando quemaron contenedores, o cuando llegaron incluso a quemar coches de la guardia urbana.

Pero todo queda en nada al ser “de aquí”, al ser catalanes, o españoles, no quiero ni pensar la que se armaría si los que participaron en esos desmanes hubieran sido inmigrantes.

Claro que a determinados personajes políticos les va de perlas cargarles todas las culpas de todos los males a los inmigrantes, es que a estas alturas lo único que les falta es culparnos de lo mal que algunos alcaldes han gobernado, de lo mal que han administrado Cataluña estos últimos años.

Pero la pregunta es ¿qué hacemos entonces con la inmensa mayoría de los inmigrantes? Hablo de los honestos, de los cívicos, de los que colaboramos en contribuir pagando los impuestos, sumando en la Seguridad Social, los que creemos en esta Cataluña, los que hemos elegido esta tierra para vivir, para criar a nuestros hijos.

Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe y los políticos no pueden seguir tirando de la cuerda, tensando y caldeando los ánimos, transmitiendo una falsa y negativa imagen de un colectivo que en su casi totalidad son gente de trabajo, honrada, pacífica y que tiene como mayor problema el no haber nacido aquí.

Yo les sugiero que hagan un esfuerzo, que cierren los ojos por un momento y no escuchen aunque nuestro catalán no sea correcto, que olviden nuestro color de piel y nuestra procedencia y nos escuchen.

Que nos pregunten qué queremos y hacia dónde queremos ir.

Reconstruir una nación es mucho más complicado que comenzar de cero, muchos de nosotros queremos participar en esa reconstrucción, queremos volcar nuestras energías, nuestras ideas, nuestro esfuerzo y nuestro sudor en ello.

Pero queremos hacerlo desde la base de la confianza mutua, de juntar esfuerzos, de ir todos a una, queremos y creo que lo merecemos, hacerlo juntos, codo a codo, desde la pluralidad de ideas, de la diversidad tan rica que puede aportar mucho.

En esta Cataluña del día a día, en la cual su gente corriente es tolerante, solidaria, abierta, en esta sociedad que acepta en su mayoría de buen grado la llegada de personas de otras tierras, con su cultura, su fe diferente y hasta otro color de piel, la política mezquina y electoralista no debería tener cabida.

Hace años ya que ha nacido otra Cataluña, la de diversidad, la multicultural, la multiracial, la que alberga no sólo inmigrantes sino que aprende de ellos tanto como los inmigrantes lo hacen de Cataluña.

Ya no es tiempo de buscar culpas ni de echarle la culpa a los demás de nuestros errores, es tiempo de construir, de unir, de hacer cosas positivas y en este tiempo nuevo la xenofobia, la inmigrafobia y la hipocresía no tienen cabida.

En todo rebaño existen ovejas negras, para ejemplo catalán el señor Millet.

Tenemos un problema, pero lo tenemos todos los que aquí vivimos, hemos de trabajar para levantar nuestro aparato productivo, para mejorar nuestra economía.
Y hemos de hacerlo todos juntos, por que el desempleo no sabe de colores, ni de fe, ni de razas, ni de procedencia. Los mismos bancos no saben de eso, a la hora de cobrarte la hipoteca, la tarjeta o cualquier otro servicio el dinero del catalán o del inmigrante tiene el mismo valor.

En las urnas pasa lo mismo, con la diferencia que en las próximas municipales puede existir el voto emocional, el voto con memoria.

Y entonces puede que algunos políticos recojan lo que han sembrado con el riesgo de que no cosechen lo que pensaban, sino todo lo contrario.

Por que hoy algunos de ellos siembran dudas, división, miedo, rechazo a los inmigrantes, en el intento de volcar el descontento que sufre la población en general a su favor, intentando que la desidia, el rechazo y la desconfianza provocada por esta situación coyuntural que por cierto no es exclusiva de España sino que es global.

Cansa cargar con la culpa ajena, cansa ver, leer y escuchar a políticos cargar un día sí y el otro también que los inmigrantes somos todos incívicos, que hoy sobramos, que los niños que nacen en esta tierra de padres y madres inmigrantes al parecer no son tan importantes ni tan decisivos como lo serían si fueran de padres y madres catalanes.

Cansa que se nos asocie con la delincuencia, con la ignorancia, con el malvivir, con la droga, con la no-integración, con la suciedad, con la violencia doméstica, con las cosas malas, sin tener un mínimo de humildad que les permita reconocer el aporte que los inmigrantes hemos hecho a esta tierra.

Cansa ser un día sí y el otro también arma y excusa fácil de políticos con pocas ideas, propuestas huecas, mucha hipocresía, poca tolerancia y nada de memoria, por no hablar de que ni saben ni entienden ni quieren entender ni conocer a los inmigrantes, ni mucho menos entienden de integración.

Lo que sí entienden y saben es manipular, distorsionar y utilizar políticamente a los inmigrantes y esto cansa, aburre, genera rechazo y que lo sepan, moviliza al colectivo inmigrante a votar a través del voto emocional, así que cuando les lleguen las municipales, tengan eso en cuenta.

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