La desgracia de Lamin

Las consecuencias de los errores de la justicia

Ha perdido papeles, trabajo y vivienda, y ahora malvive buscando chatarra en la calle

Condenado un inmigrante en Barcelona por el delito de otro que usurpó su identidad

A. BAQUERO / M. CATANZARO
BARCELONA    fuente: El Periodico de Catalunya.
La mentira de un traficante de droga y una errónea identificación policial. Resultado: un inocente acaba con su vida arruinada. Este es el caso de Lamin Darboe, un inmigrante gambiano, de 36 años, vecino de Santa Perpètua de Mogoda. Este hombre ha perdido su permiso de residencia en España y, al no poder trabajar legalmente, se ha quedado también sin empleo y ha terminado recogiendo chatarra por las calles después de ser condenado por un delito cometido por un camello de marihuana que, en el 2008, recitó de memoria el nombre y el NIE (número de identidad de extranjeros) de Lamin al ser detenido por la Guardia Urbana.
El camello que dijo ser Lamin. JOSEP GARCIA
Lamin Darboe. JOSEP GARCIA
El gambiano Lamin Darboe en Santa Perpètua de Mogoda, el viernes. JOSEP GARCIA
Ahora, pese a que los mossos han descubierto y admitido el error y la fiscalía ha recurrido al Tribunal Supremo para que anule la condena, el proceso de Lamin está paralizado porque el Colegio de Abogados de Madrid está pendiente desde febrero del 2011 de asignarle abogado de oficio. Actualmente, su única ayuda legal se la da CCOO. Como en el caso del lavacoches Óscar Sánchez, la usurpación de identidad de una persona humilde ha tenido consecuencias fatales.
La tragedia de Lamin comenzó a larvarse, sin que él tuviera la más mínima idea, la tarde del 29 de noviembre del 2008. Eran las 19.20 horas cuando una pareja de paisano de la Guardia Urbana vio en la plaza de Catalunya de Barcelona a un joven negro que abordaba a otro blanco y que ambos encaminaban sus pasos hacia la calle de Bergara. Allí, los agentes observaron cómo el negro daba una pequeña bolsita a su acompañante y que este, británico, le entregaba un billete de 20 euros. Los agentes identificaron al británico y detuvieron al gambiano.

 IDENTIFICACIÓN ERRÓNEA

  Cuando los urbanos le instaron a identificarse, el traficante dijo llamarse Lamin Darboe, dio un NIE y añadió su fecha de nacimiento. Todo fue de palabra. No mostró ningún documento. Así consta en las diligencias de la Urbana y de los Mossos, que señalan que no llevaba documentación. En la hoja de identificación, la casilla del DNI está vacía y en el apartado Otros documentos los agentes escribieron: «Dice ser». Es lo que se pone cuando un detenido no lleva documentos. La poca droga decomisada, cinco gramos de marihuana, hizo que, tras pasar ante el juez, quedara en libertad.
Pese a que no llevaba ningún documento, la Guardia Urbana y los Mossos dieron por bueno que el traficante era quien decía ser. Nadie comprobó que la foto o las huellas del detenido coincidieran con las del NIE de la persona que decía ser.
Ese fue el error policial que hizo que el verdadero Lamin, sin él saberlo, fuese acusado de un delito. En abril del 2009 se juzgó el caso en Barcelona. Al juicio no asistió ni Lamin, ignorante de todo esto, ni el auténtico camello, de quien nunca más se supo. Lamin fue condenado en ausencia a un año de prisión y a una multa de 60 euros por «un delito contra la salud pública en su modalidad de sustancias que no causan grave daño a la salud». Ni siquiera se decretó su ingreso en prisión.

RECURSO DE LA FISCALÍA

/ De todo eso se enteró Lamin meses más tarde, al recibir una carta del juzgado. Fue a una comisaría de los mossos, donde le indicaron que debía presentarse en un juzgado penal de Barcelona, donde le comunicaron que había sido condenado. Este joven trabajador no daba crédito. El 6 julio del 2010, Lamin acudió a una comisaría de los mossos y les pidió que le tomaran las huellas dactilares para que fueran comparadas con las del hombre que había sido detenido casi dos años antes. El veredicto de la policía científica fue contundente: «No son la misma persona».
Al estudiar las huellas del verdadero traficante, los mossos vieron que correspondían a un individuo que acumulaba seis detenciones y que ya había dado otras identidades: Malick Dabo y Malick Darboe. Lamin asegura que no ha visto en su vida a esa persona y que desconoce cómo pudo conocer el camello los datos de su NIE. Los mossos enviaron estas pruebas a la fiscalía y esta, al constatar el error, presentó en noviembre del 2010 un recurso al Supremo para anular la sentencia: «Resulta evidente que el condenado no fue la persona detenida».
Entre tanto, la vida que Lamin había levantado con su trabajo en España se ha caído en pedazos. Al estar oficialmente condenado, no pudo renovar su permiso de residencia y trabajo, ya que no se concede a personas con antecedentes. En un ERE en su empresa perdió el empleo, pero al carecer de documentación legal no puede cobrar el paro. Sin dinero, ha tenido que dejar su piso de alquiler. Ahora malvive buscando en las calles chatarra... Y justicia.

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