en relacion a la inmigrafobia

Por desgracia y en tan solo dos años, el tema del racismo o inmigrafobia me ha tocado vivirlo en primera persona.

En la primera oportunidad fue en Puigcerdà y casi todos los que leen este blog lo saben y si no, pronto tendrán oportunidad de saberlo.

Pero afortunadamente, la Villa de Puigcerdà cuenta con una población más numerosa que Prats i Sansor y quizás por ello en la primera los racistas pasen desapercibidos y en Prats no tanto, menos cuando los mismos carecen de la suficiente materia gris como para ocultar esos sentimientos.

Ese es el caso de hoy, el caso de una "persona" racista, que se cree por encima de los demás, que aparte de cobarde es de por sí bastante torpe pero de momento no lo suficiente como para ponerla en un juzgado.

Su soberbia es tan grande como su ignorancia y su prepotencia es tan grande como su idiotez, pero no es solo un/a pobre ser racista, también empuña el arma incluso contra sus vecinos, llegada la ocasión, aunque a veces, luego de haber alcanzado su objetivo, este pestilente ser, rastrero y peligroso como una serpiente, considera hecha su labor y decide retirarse a su madriguera.

En una ocasión, a fin de año, y en un tono propio de un terrateniente dejó en este blog un mensaje amenazante, tan solo por haber solicitado el salón social para llevar a cabo allí la cena de noche buena.

Ahora su idiotez, respetando a los idiotas, le permitió una segunda hazaña, dar la cara y excusa tan hueca y vacia como su cabeza y su humanidad, que digo, si este ser amorfo vive por que el aire es gratis, por que por alguna razón Dios se apiada de su caracolesca vida, siempre arrastrandose, dejando huellas de babas en su ponzoñoso andar, pero esta vez hasta dejo su nombre.

La sensación que deja es de pena, pero claro no se puede pedir peras al olmo, todo cae por su propio peso y visto lo visto, que apenas si posee arte para poco más que andar y vestirse, no es de extrañarse que dentro de poco cometa un error que lo/la ponga en un juzgado, no tendré ni por asomo la misma contemplación que tuve con la primera persona, en la villa de Puigcerdà en donde antepuse la imagen de la villa a los tratos que recibimos.

Por más increible que parezca, este mundo globalizado aún tiene sobre sus hombros retrogrados que son incapaces de ver y aceptar una realidad y que es que hoy esto es una gran aldea y que más allá del color de piel, de la procedencia y de la fe que profeses está en que detrás de todo eso existen seres humanos.

Personas que dentro del envase del color que lleva, de la forma de hablar o incluso del lugar de procedencia, sentimos, soñamos, luchamos, que cada día nuestro es un día en que por más sabio que seas, aprendes.

Fuera de los motivos que pudimos tener para inmigrar, estamos aquí e intentamos integrarnos, el tema es que algunos no tienen interés en que lo hagamos, les molestamos, les molestan nuestras propuestas y nuestra voluntad de participar.

Les molesta que no sean ellos los de las ganas, los que se implican o lo que es peor, les molesta que tengamos ideas y que podamos llevarlas adelante sin ayuda de ellos, los ommipotentes, los "de aquí" "los del país".

Y resulta que además, para algunos de estos descerebrados, algunas de esas cosas que a ellos les molestan, cosas que hacemos de cara a todos, sin escondernos, les da miedo, les cae mal, les parece que si nos acercamos a ellos los contaminaremos con alguna enfermedad.

Alguien llegó a decir "estos sudacas que se cambian el nombre" sin esconder su sentimiento de adversidad a nuestras colectividades y ese alguien se ganó mi respeto por que tuvo el coraje de decir en voz alta y clara lo que sentía o pensaba de nuestras colectividades, más allá de si el comentario era o no afortunado.

Pero otros prefieren el camino de las sombras, de la puñalada trapera.

Y eso los convierte en sujetos despreciables, cobardes, ruines, mezquinos, en ratas de dos patas que van tirando ponzoña, son racistas pero es que además son malas personas hasta con sus propios vecinos.

Ratas que quieren ir imponiendo su voluntad allí donde vayan, que disfrutan jodiendole la vida a los demás, vamos, una mierda de personas, respetando en todo sentido a las personas de verdad, en realidad son seres vivos, no personas, son basura caminante, cobardes que no tienen huevos, cojones o coraje para exteriorizar sentimientos donde habría que hacerlos.

Entonces lo hacen en su casa, trasmiten e inculcan ese odio enfermizo e irracional a sus hijos, lo contaminan, pero en las sombras, nunca, jamás van de frente, cobardes y rastreros que no son capaces de nada bueno.

Inmigafobia, elegantemente se le llama a estas acciones, yo no soy tan elegante y digo que son unos racistas miserables, unos cobardes y unos infelices que saben donde encontrarme pero que no vendrán a por mí por que saben que acabarán en la carcel, mi violencia es la justicia, no golpes de puño.

Soy visceral, toda mi vida lo he sido, defiendo a capa y espada y hasta el final cualquier atropello o injusticia que se le intente hacer a mi familia, me revuelve el estómago estar en el mismo lugar con seres como estos, y por descontado que no lo haré, el olor a mierda no le gusta a nadie, a mí menos.

Pero todo llega, solo dos meses para el primer error, el segundo no tardará en llegar, dicen que la venganza se sirve en plato frío, yo digo que el que ríe último ríe mejor y dos veces.

Lo mismo que tengo de espontáneo y visceral lo tengo de perseverante y de memoria, me la haces, sí, pero no soy Cristo ni aplico aquello de poner la otra mejilla, espero, tal pescador, con paciencia, y al final, algo pica, tú, no serás la excepción, por dos motivos por que eres racista y por que eres cobarde.

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