Cientos de inmigrantes pululan por el Segrià en busca de trabajo

Grupos de africanos malviven en tiendas de cartón entre los frutales de Alcarràs

Los subsaharianos reprochan al colectivo rumano que acepte cobrar 3,5 € por hora.

Esto no es vida. Vivimos como animales.
Un ser humano no puede vivir así, ¡qué pena!» Sin dejar de dar vueltas a una gastada cuchara que tiene en la mano, un argelino cuenta cómo vive en una vieja construcción de La Granja d'Escarp (Segrià).
Comparte una de las tres naves con otros cinco paisanos a las afueras del pueblo. Las otras dos también están ocupadas por temporeros. Lo mismo pasa en otros pueblos del bajo Segre, donde ya ha comenzado la campaña de recogida de fruta y donde, según cálculos de los Mossos d'Esquadra, hay unos 200 inmigrantes africanos sin techo que, con o sin papeles, buscan la oportunidad de trabajar.

Para afrontar la situación, el Consell Comarcal del Segrià ya ha pedido a la Academia de Suboficiales de Talarn (Pallars Jussà) duchas móviles, kits sanitarios y de higiene y lotes de comida. El subdelegado del Gobierno, José Angel Flores, cuestiona esta medida por el posible efecto llamada; prefiere dejar la ayuda humanitaria en manos de la Generalitat y las entidades sociales.

Muchos inmigrantes llegan con permiso de trabajo, tras haber estado empleados en la construcción. Pero hay más candidatos que contratos y el sueldo se resiente.

CONFLICTO LABORAL / «Los rumanos se ofrecen a tres euros y medio por hora, no a 5,85 que es como se tiene que pagar, y por eso nosotros no logramos trabajo», se queja Miloud Ziber, un argelino de 37 años que lleva 15 trabajando en las distintas campañas agrarias. Pide que las empresas no vayan a buscar más rumanos y que contraten antes a los parados que ya están aquí. El responsable del sindicato del campo de CCOO en Catalunya, Valentín Antúnez, le da la razón. «A los 4.000 rumanos que ya están aquí se suman los que van a buscar empresas grandes, cooperativas», dice. El poco dinero que cobran no es una novedad, él mismo ya denunció el año pasado la existencia de cuadrillas que se ofrecían a los agricultores por poco dinero.

Paco Junquera, un agricultor de La Granja d'Escarp, niega que los rumanos sean más baratos: «Son muy trabajadores y no es verdad que trabajen por cuatro euros la hora». Mañana empieza la recolección de melocotón con diez trabajadores, cinco acaban de llegar de Rumanía llamados por un rumano que lleva tiempo en el pueblo.

El mayor número de temporeros se concentra ahora en La Granja, Serós, Alfarràs y Alcarràs. En Alfarràs, unos 40 africanos se han instalado en unas viejas yeserías, mientras que en Alcarràs otros 40 malienses y senegaleses viven en tiendas de cartón y plástico en el camino del río. Para ganar algo de dinero, los de Mali recogen caracoles y los venden en las tiendas de la zona a tres euros, casi la mitad del precio de venta al público.

PERMISOS CADUCADOS / Otros duermen al raso. El jueves, a las diez de la noche, Quetra Sambú, de 36 años, se llevaba a la boca un café con leche, lo primero que probaba en todo el día. Llegó de los campos navarros en mayo. Cada día va a la plaza a ver si tiene suerte y trabaja esa jornada. Teme que su documentación caduque. Ese mismo día, en Alcarràs, la Policía Nacional y los Mossos d'Esquadra hicieron una redada entre 20 inmigrantes, de los que 11 acabaron en comisaría.

A la zona han llegado también unos 200 temporeros colombianos de la mano de Unió de Pagesos, que traerá este año a 600, la mitad que el año pasado. Todos son repetidores, lo que les ha dado el derecho a volver en una campaña en la que la crisis económica ha frenado la contratación en sus países origen.

Según la Conselleria de Treball, sus oficinas han recibido 130 ofertas de empleo que suman 472 contratos, 126 más que el año pasado. El próximo día 17 se intentará cerrar la negociación sobre el salario en el que la patronal plantea un incremento cero.

La Associació d'Empresarios Agraris de Lleida (AEALL-ASAJA) quiere que los temporeros musulmanes firmen un documento que exima a sus asociados de cualquier responsabilidad ante los problemas que pudiera tener un trabajador por guardar el ayuno del Ramadán, que comenzará el 11 de agosto.

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