Un alcalde prehistórico en Vic.

El alcalde de Vic (Barcelona) se ha descolgado diciendo que hay que exigir a los inmigrantes que vivan en la localidad que se catalanicen, porque, si no, es imposible su integración.

Andrés Sánchez Magro

Este edil ha utilizado un término muy propio de la democracia y de la tolerancia, como es la exigencia. Este iluminado del nacionalismo catalán, en lugar de una integración amable, razonable, tolerante, abierta y plural, se expresa en términos de obligatoriedad. No nos extraña esta salida de pata de banco de un político en estos tiempos que vivimos en España, ya que se está buscando por la imposición y por crear fracturas en la sociedad. Es comprensible la necesidad de defender los espacios culturales y la defensa de la idiosincrasia. Pero una medida tan drástica y tan imperativa puede perjudicar a gentes que, venidas de fuera, bastante tienen con buscar trabajo y un lugar donde vivir.

La catalanización a la que alude este alcalde prehistórico, desde luego muy alejado de lo que se concibe como la Europa de las regiones, será una traba más si se lleva a efecto para los inmigrantes. Es mucho cante que todas estas iniciativas estrafalarias se estén produciendo en Cataluña, tal vez por el importante peso proporcional de la población inmigrante, por las disfunciones propias de un nacionalismo que vive en una España plural, y donde coexisten varias lenguas coofi ciales, no sólo la catalana. Y a la postre, si no es por la lengua, ¿qué supone catalanizar a alguien? ¿Que baile la sardana y sea del Barça?

fuente: Sí se puede