Uno de cada cuatro inmigrantes latinoamericanos ya es español
# Venezolanos, cubanos, dominicanos y argentinos son los grupos con mayor tasa de nacionalizados
# • El alud de solicitudes colapsa los registros civiles, que están dando citas para dentro de año y medio
Es la secuencia lógica. Primero, tocaba sacarse los papeles para así regularizar la situación. El paso siguiente, a los dos años de residencia legal, era intentar reagrupar a la familia. Después, con cónyuges e hijos instalados aquí, y en muchas ocasiones tras comprar un piso, para muchos inmigrantes latinoamericanos llegaba la hora de solicitar la nacionalidad. Esa dinámica se inició en el 2007 y se ha extendido tanto que, en la actualidad, un 23% de los 2.416.310 inmigrantes latinomericanos residentes en España --es decir, casi uno de cada cuatro-- tiene ya la nacionalidad española.
El crecimiento exponencial de solicitudes ha generado en muchas ciudades el colapso de los registros civiles, que es donde el inmigrante pide la cita para optar a la nacionalidad. En localidades como Barcelona y L'Hospitalet de Llobregat, a los extranjeros que solicitan hoy hora para presentar la documentación necesaria para la nacionalización se les está citando para enero del 2011, es decir, dentro de año y medio.
En total, actualmente hay en España 566.249 personas con nacionalidad española que nacieron en Latinoamérica. En el 2006, solo tres años atrás, había 370.841. es decir, casi 200.000 menos. Según la Secretaría de Estado para la Inmigración, el 79% de las personas a las que se concedió la nacionalidad eran originarios de Latinoamérica.
ANTES, EN DOS AÑOS
Antes de que se produjera el alud de peticiones, las nacionalidades se resolvían en un plazo de dos años --ahora se conceden las que fueron solicitadas en el verano del 2007--. Actualmente, sin embargo, todo el proceso se demora entre cuatro y cuatro años y medio.
Ninoska Domingo, una abogada experta en trámites de extranjería, señala que "bolivianos y ecuatorianos son los dos grupos que más están pidiendo la nacionalidad española". De hecho, la solicitud de la naturalización es algo que muchos inmigrantes tienen tan interiorizado que algunos piden la cita tan pronto como obtienen la primera tarjeta de residencia y trabajo. Aunque necesitan dos años de residencia legal para obtener la nacionalidad, saben que ese es el tiempo que se puede tardar en obtener la citación.
HIJOS DE ESPAÑOLES
No obstante, los colectivos con mayor tasa de nacionalizados son los venezolanos, cubanos y argentinos, al margen de los mexicanos, cuya presencia en España es baja. En esos grupos, sobre todo entre los venezolanos, se mezclan inmigrantes que han venido en estos años con personas que, por ser hijos de españoles, tienen la nacionalidad pese a haber nacido y crecido en esos países. En otros casos, como peruanos, chilenos y dominicanos, la tasa de nacionalizados es alta porque son colectivos que ya llevan muchos años en España.
En la mayoría de situaciones, más que por amor a su tierra de acogida, los inmigrantes solicitan la nacionalización por cuestiones prácticas. Según Ghassán Saliba, secretario de Inmigración de CCOO en Catalunya, la obtención de la nacionalidad española permite a los inmigrantes "ahorrarse la pesadilla de la renovación de los permisos de residencia y trabajo y entrar y salir de España cuando quieran". Además, ser español les da libertad de circulación por toda la UE y les exime del visado de entrada a países como EEUU.
Incluso muchos inmigrantes que han vuelto a sus países de origen empujados por la crisis y que habían pedido antes de marcharse la nacionalidad española siguen adelante con el trámite pese a no estar aquí.
MAYOR VISIBILIDAD
Además, la nacionalidad da derecho al voto. Por eso, el fenómeno de las nacionalizaciones también es visto por el colectivo inmigrante como una oportunidad para tener más visibilidad ciudadana y política. "Que más de medio millón de inmigrantes ya tengan derecho al voto es algo trascendente para el colectivo. Sabemos que los partidos están comenzando a diseñar políticas para arañar votos y esto ayudará a que dejemos de ser un adorno para convertirnos en parte activa de la estructura política del país", explica Laura Rojas, presidenta de Fasamcat, una federación de asociaciones latinoamericanas.
El aumento de peticiones de nacionalidad española no solo se da entre inmigrantes latinoamericanos en España. Miles de personas la están solicitando en sus países de origen. La aprobación de la ley de la memoria histórica, que establece la posibilidad de acceder a la nacionalidad española para los hijos y nietos nacidos en el extranjero de exiliados de la guerra civil, ha disparado la cifra de solicitudes en países como Argentina y Cuba. De diciembre a mayo, 37.085 latinoamericanos se acogieron a esa norma para pedir el pasaporte español.
Otros muchos, aunque venir no esté en sus planes inmediatos, intentan sacarse el pasaporte por motivos sentimentales o simplemente para poder desplazarse a España en caso de que la situación en sus países se complique.
Maralén Pérez (Cuba): "Ya no tengo obstáculos, sino
igualdad plena"
Marlén Pérez, habanera de 42 años, conoce en carne propia el valor de un DNI español. Llegó hace 10 años a Barcelona y permaneció los primeros meses como turista y luego de forma ilegal. La incertidumbre y la inseguridad sobre el futuro marcaron sus primeros meses en Catalunya. "Hay una diferencia clara entre ser inmigrante con nacionalidad española y sin ella. Es una cuestión de plena igualdad. Siendo español puedes conseguir más fácilmente trabajos bien remunerados y tienes la opción de ser funcionario. Solo con la nacionalidad tienes las mismas oportunidades que la gente de aquí", explica. Marlén obtuvo la naturalización después de haber logrado un puesto de trabajo en un bufete de abogados y tras encadenar varios años de permiso de residencia. Considera que solo con la nacionalidad del lugar donde uno vive se derriban todas las barreras para progresar. "Ahora mi futuro solo depende de mí. Ya no tengo obstáculos, ahora tengo igualdad plena".
Loly Ibernón (Venezuela): "Nunca me sentiré española"
Al igual que el 57% de los venezolanos residentes en España, Loly Ibernón, nacida en Caracas, tiene nacionalidad española. No forma parte de las estadísticas oficiales de la inmigración en España pero siempre se ha sentido de fuera, muy venezolana.
Llegó en 1989 a Barcelona cuando los extranjeros en la ciudad eran escasos y su acento llamaba la atención. En ocasiones, demasiado. "En mi primera entrevista de trabajo me dijeron una frase que me marcó para toda mi vida: 'Será muy difícil que consigas un trabajo aquí porque tienes un acento muy marcado'". Loly obtuvo la nacionalidad gracias a que sus padres son españoles.
Cree que ese trámite le facilitó la llegada, pero no la adaptación. "No tuve que vivir la angustia de estar ilegal, pero el DNI español no suponía una gran ventaja para mí. Solo encontré trabajos típicos de inmigrante: haciendo encuestas en la calle y vendiendo relojes en los bares", explica. Sus padres murcianos emigraron a Venezuela cuando ese país prosperaba como pocos, a mediados del siglo pasado, donde miles de españoles encontraron un camino productivo.
Ella hizo el camino inverso pero las dificultades laborales en Barcelona la hicieron volver a Venezuela de 1996 al 2002, cuando allí comenzó la crisis política. "Me ahogué con gases lacrimógenos en las marchas en contra de Chávez, sufrí un clima de inseguridad y decidí regresar con mi familia", añade. En su segunda etapa en Catalunya, Loly hizo esfuerzos por integrarse definitivamente: se desconectó de las noticias de Venezuela, encontró un buen trabajo como comercial y fijó su residencia en Sabadell. Ahora, su marido Eduardo (en la foto, con ella), también venezolano, espera obtener el DNI español. Pese a sentirse más estable con su familia, no duda sobre su identidad: "Llegué con 22 años, crecida, formada y con una cultura venezolana muy arraigada. Por eso creo que nunca me sentiré española".
# • El alud de solicitudes colapsa los registros civiles, que están dando citas para dentro de año y medio
Es la secuencia lógica. Primero, tocaba sacarse los papeles para así regularizar la situación. El paso siguiente, a los dos años de residencia legal, era intentar reagrupar a la familia. Después, con cónyuges e hijos instalados aquí, y en muchas ocasiones tras comprar un piso, para muchos inmigrantes latinoamericanos llegaba la hora de solicitar la nacionalidad. Esa dinámica se inició en el 2007 y se ha extendido tanto que, en la actualidad, un 23% de los 2.416.310 inmigrantes latinomericanos residentes en España --es decir, casi uno de cada cuatro-- tiene ya la nacionalidad española.
El crecimiento exponencial de solicitudes ha generado en muchas ciudades el colapso de los registros civiles, que es donde el inmigrante pide la cita para optar a la nacionalidad. En localidades como Barcelona y L'Hospitalet de Llobregat, a los extranjeros que solicitan hoy hora para presentar la documentación necesaria para la nacionalización se les está citando para enero del 2011, es decir, dentro de año y medio.
En total, actualmente hay en España 566.249 personas con nacionalidad española que nacieron en Latinoamérica. En el 2006, solo tres años atrás, había 370.841. es decir, casi 200.000 menos. Según la Secretaría de Estado para la Inmigración, el 79% de las personas a las que se concedió la nacionalidad eran originarios de Latinoamérica.
ANTES, EN DOS AÑOS
Antes de que se produjera el alud de peticiones, las nacionalidades se resolvían en un plazo de dos años --ahora se conceden las que fueron solicitadas en el verano del 2007--. Actualmente, sin embargo, todo el proceso se demora entre cuatro y cuatro años y medio.
Ninoska Domingo, una abogada experta en trámites de extranjería, señala que "bolivianos y ecuatorianos son los dos grupos que más están pidiendo la nacionalidad española". De hecho, la solicitud de la naturalización es algo que muchos inmigrantes tienen tan interiorizado que algunos piden la cita tan pronto como obtienen la primera tarjeta de residencia y trabajo. Aunque necesitan dos años de residencia legal para obtener la nacionalidad, saben que ese es el tiempo que se puede tardar en obtener la citación.
HIJOS DE ESPAÑOLES
No obstante, los colectivos con mayor tasa de nacionalizados son los venezolanos, cubanos y argentinos, al margen de los mexicanos, cuya presencia en España es baja. En esos grupos, sobre todo entre los venezolanos, se mezclan inmigrantes que han venido en estos años con personas que, por ser hijos de españoles, tienen la nacionalidad pese a haber nacido y crecido en esos países. En otros casos, como peruanos, chilenos y dominicanos, la tasa de nacionalizados es alta porque son colectivos que ya llevan muchos años en España.
En la mayoría de situaciones, más que por amor a su tierra de acogida, los inmigrantes solicitan la nacionalización por cuestiones prácticas. Según Ghassán Saliba, secretario de Inmigración de CCOO en Catalunya, la obtención de la nacionalidad española permite a los inmigrantes "ahorrarse la pesadilla de la renovación de los permisos de residencia y trabajo y entrar y salir de España cuando quieran". Además, ser español les da libertad de circulación por toda la UE y les exime del visado de entrada a países como EEUU.
Incluso muchos inmigrantes que han vuelto a sus países de origen empujados por la crisis y que habían pedido antes de marcharse la nacionalidad española siguen adelante con el trámite pese a no estar aquí.
MAYOR VISIBILIDAD
Además, la nacionalidad da derecho al voto. Por eso, el fenómeno de las nacionalizaciones también es visto por el colectivo inmigrante como una oportunidad para tener más visibilidad ciudadana y política. "Que más de medio millón de inmigrantes ya tengan derecho al voto es algo trascendente para el colectivo. Sabemos que los partidos están comenzando a diseñar políticas para arañar votos y esto ayudará a que dejemos de ser un adorno para convertirnos en parte activa de la estructura política del país", explica Laura Rojas, presidenta de Fasamcat, una federación de asociaciones latinoamericanas.
El aumento de peticiones de nacionalidad española no solo se da entre inmigrantes latinoamericanos en España. Miles de personas la están solicitando en sus países de origen. La aprobación de la ley de la memoria histórica, que establece la posibilidad de acceder a la nacionalidad española para los hijos y nietos nacidos en el extranjero de exiliados de la guerra civil, ha disparado la cifra de solicitudes en países como Argentina y Cuba. De diciembre a mayo, 37.085 latinoamericanos se acogieron a esa norma para pedir el pasaporte español.
Otros muchos, aunque venir no esté en sus planes inmediatos, intentan sacarse el pasaporte por motivos sentimentales o simplemente para poder desplazarse a España en caso de que la situación en sus países se complique.
Maralén Pérez (Cuba): "Ya no tengo obstáculos, sino
igualdad plena"
Marlén Pérez, habanera de 42 años, conoce en carne propia el valor de un DNI español. Llegó hace 10 años a Barcelona y permaneció los primeros meses como turista y luego de forma ilegal. La incertidumbre y la inseguridad sobre el futuro marcaron sus primeros meses en Catalunya. "Hay una diferencia clara entre ser inmigrante con nacionalidad española y sin ella. Es una cuestión de plena igualdad. Siendo español puedes conseguir más fácilmente trabajos bien remunerados y tienes la opción de ser funcionario. Solo con la nacionalidad tienes las mismas oportunidades que la gente de aquí", explica. Marlén obtuvo la naturalización después de haber logrado un puesto de trabajo en un bufete de abogados y tras encadenar varios años de permiso de residencia. Considera que solo con la nacionalidad del lugar donde uno vive se derriban todas las barreras para progresar. "Ahora mi futuro solo depende de mí. Ya no tengo obstáculos, ahora tengo igualdad plena".
Loly Ibernón (Venezuela): "Nunca me sentiré española"
Al igual que el 57% de los venezolanos residentes en España, Loly Ibernón, nacida en Caracas, tiene nacionalidad española. No forma parte de las estadísticas oficiales de la inmigración en España pero siempre se ha sentido de fuera, muy venezolana.
Llegó en 1989 a Barcelona cuando los extranjeros en la ciudad eran escasos y su acento llamaba la atención. En ocasiones, demasiado. "En mi primera entrevista de trabajo me dijeron una frase que me marcó para toda mi vida: 'Será muy difícil que consigas un trabajo aquí porque tienes un acento muy marcado'". Loly obtuvo la nacionalidad gracias a que sus padres son españoles.
Cree que ese trámite le facilitó la llegada, pero no la adaptación. "No tuve que vivir la angustia de estar ilegal, pero el DNI español no suponía una gran ventaja para mí. Solo encontré trabajos típicos de inmigrante: haciendo encuestas en la calle y vendiendo relojes en los bares", explica. Sus padres murcianos emigraron a Venezuela cuando ese país prosperaba como pocos, a mediados del siglo pasado, donde miles de españoles encontraron un camino productivo.
Ella hizo el camino inverso pero las dificultades laborales en Barcelona la hicieron volver a Venezuela de 1996 al 2002, cuando allí comenzó la crisis política. "Me ahogué con gases lacrimógenos en las marchas en contra de Chávez, sufrí un clima de inseguridad y decidí regresar con mi familia", añade. En su segunda etapa en Catalunya, Loly hizo esfuerzos por integrarse definitivamente: se desconectó de las noticias de Venezuela, encontró un buen trabajo como comercial y fijó su residencia en Sabadell. Ahora, su marido Eduardo (en la foto, con ella), también venezolano, espera obtener el DNI español. Pese a sentirse más estable con su familia, no duda sobre su identidad: "Llegué con 22 años, crecida, formada y con una cultura venezolana muy arraigada. Por eso creo que nunca me sentiré española".
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