¿cuantos mas?


Aún siento impotencia, rabia, estupor y nauseas ante el tema de Franns Riller, el inmigrante boliviano que sufrió amputación de su brazo izquierdo y el cual fué abandonado como un animal a docientos metros de un hospital.

En Puigcerdá existen casos de gente indocumentada que se niega a denunciar la explotación por parte de sus jefes, se produjeron accidentes en el cual incluso un boliviano se quebró un pié y mintió en el hospital ante la promesa de recibir 18 mil euros y luego, a ver que ese dinero no llegaría, lo denunció pero se condenó ante falso testimonio y ese derivó en su expulsión.

Este tipo de situaciones se dan a lo largo y ancho de toda España pero no podemos negar que se dan en muchos más países, incluido Estados Unidos, en donde se han dado casos de esclavitud e incluso en mi tierra, casos de esclavitud con ciudadanos chinos en una granja.

Cuando tomamos contacto con casos así, nuestra primera reacción es aconsejar la denuncia, pero el sentido común nos lleva a preguntarle primero por su situación familiar y luego, se toma en cuenta además el trato que recibe por parte de su empleador, pero, en la totalidad de los casos, el que decide qué hacer es el involucrado y éste por lo general, decide no denunciar al empresario.

El tema es que uno y otro se benefician mutuamente, los dos son conscientes de que infringen las normas, pero se arriesgan.

Pero el caso de este sujeto excecrable no tiene justificación alguna, es digno de repulsa y de condena inmediata, cualquier alegato de defensa que se plantee es no sólo inútil, sino que sería hipócrita.

No existe justificación, ni calificación posible, el resultado de este incidente tampoco puede terminar con una regularización, sino de un paquete de medidas aplicadas en un ya inmediato.

En la comarca no es novedad para nadie que de llegar una inspección laboral, todos los comerciantes y empresarios de la comarca ya están sobre aviso y si por una casualidad no es así, en cuanto pisan un solo comercio en cuestión de minutos, toda la comarca sabe que hay inspectores en la zona.

Y existen empresarios que solicitan personal y aclaran que deben de abstenerse gente sin papeles, cuando, en realidad, en su lista de personal más de la mitad son indocumentados, el gran problema es que esa misma gente sería incapaz de denunciarlos.

Mientras tanto, de un lado y otro, se permiten excesos, abusos y más, pero, mientras no salen a la luz atrocidades como esta, nadie se toma en serio nada, menos mal que vivimo en el siglo 21.

Lacras como este Rovira seguirán campando a sus anchas, seguirán llegando a España y más paises personas desesperadas detrás de un dorado que no existe, porque también existen, eso sí, inmigrantes que cuentan villas y castillas cuando en realidad viven casi en la miseria, allí comienza la raíz de esta tragedia, en las mentiras que cuentan algunos irresponsables.

¿Cuántos brazos más harán falta? ¿Cuántos ahogados en el estrecho? ¿cuántas mujeres esclavizadas sexualmente hacen falta? ¿Qué más hace falta para que desde Europa, más que leyes se muestren realidades crudas pero capaces de disuadir a la gente a viajar y meterse en una aventura que en muchos casos termina muy mal?

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