Fantasmas

A menudo, cuando las personas aún con la verdad por delante no son capaces de admitir que la soberbia de otros, su incapacidad, su intolerancia y sus miedos a que otros puedan arrebatarles un protagonismo que ni desean ni buscan, es que ven fantasmas a su alrededor.
Cuando los argumentos se acaban se entra en la más fácil, en la descalificación, en el sembrar dudas, en intentar rebatir lo real con miedos y con falsas pero a menudo efectivas viejas leyendas urbanas.

Se escudan detrás de su ignorancia pretendiendo que los demás crean que es todo lo contrario y que están al corriente de lo que sucede, que son propietarios de la verdad y solo ellos son los que la conocen y la divulgan.

Pretenden deformar a su antojo y conveniencia esa verdad.

Pero olvidan que la gente alguna o muchos, escuchan las dos partes y luego, como siempre sucede en la sabiduría popular, sacan sus propias conclusiones.

Algunos, acudiendo a su memoria y a hechos ocurridos en el pasado pero frescos aún en su memoria, otros, apelan a todo lo sucedido de forma negativa para intentar que eso juegue a su favor.

Fabrican hechos o los desvirtúan según su conveniencia, esperan que de ese modo la gente incline la balanza a su favor, como en tiempos, por ejemplo de dictaduras, pero sucede que hoy la gente puede ver, leer y escuchar más de una versión, sucede que hoy no existe la censura ni represalias que no puedan ser denunciadas.

Y detrás de sus carencias , detrás de sus miedos y detrás incluso de su adversión a lo diferente, detrás de un rechazo a que otros puedan pretender hacer cosas sin pretender nada a cambio, por que de hecho solo pretenden regresar de una u otra forma lo que ya le han dado, es que tildan a otros de oportunistas o demagogos.

Los que así se expresan es por que es esa su práctica, la práctica de intentar deformar la realidad, la de implantar al precio que sea su forma de ver las cosas, y ante eso, no importa a quién o a qué tienen que difamar.

Sin la más mínima idea de la que para otros significa la palabra agradecimiento, lo que significa en su dimensión la palabra integrarse, el significado de dar sin recibir a cambio otra cosa que no sea una sonrisa, se esfuerzan en que los demás escuchemos y aprobemos su ironía y su pobreza como personas, pobreza de espíritu, pobreza de principios.

Pobreza de adaptarse a una nueva sociedad, que consideran es solo de ellos y los que ingresamos hoy, somos seres de raza inferior, somos personas dispuestas a todo con tal de ser algo o alguien en esta sociedad.

Hipócritas. Seres irracionales que solo pueden ver si alguien los guía, opinan a través de lo que los demás le dicen, piensan a través de lo que ellos quieren oir.

Pero además incapaces de admitir otra cosa que no sea lo que de ellos sale.

Retrógradas que no admiten ante los demás su rechazo a los que van llegando, a los que proponen cosas a los que intentan hacer algo, pretenden que todo se haga en silencio y en secreto, viejas prácticas de tiempos en que los que gobernaban se ponían las medallas de los que en realidad trabajaban para que ellos se lucieran.

De esos que no admiten cambios, por que los cambios pueden opacar su ya en penumbras existencia.

Esos mismos que se auto nombran demócratas, que se auto titulan buenas personas, critianas y tolerantes, los mismos que entre 4 paredes sí se atreven a destilar a gusto su rechazo a los cambios que se producen, a ver entre ellos gente de color diferente, gente de fe diversa, gente que no habla su lengua y que trabaja en cosas que hasta hoy ellos consideran denigrante.

Pero es más fácil etiquetar a los demás a realizar una auto critica que les permita verse frente a un espejo sin tener que sentir verguenza de ver su pobre y patética realidad.

Es más sencillo tildar al prójimo de ignorante o de aspirar a no se qué cosa.

Y se revuelven en su veneno cuando no pueden ocultar sus propios fracasos, incapaces de aceptar que existen matices y que cambien las cosas, eso sí, ante los demás buena cara y mejor trato, una sonrisa y una mentirosa palmada en la espalda.

Una palabra de aliento escondida detrás de un rechazo palpable, de una doble moral que se nota en cada poro de su piel.

Pero se llaman a sí mismos buenas personas, capaces de entender a los demás cuando en realidad ni viendo ante sus ojos que los de siempre comenten injusticias, las apoyan y las aplauden.

Todo por que los fantasmas los persiguen, todo, por que dentro de su incapacidad y sus miedos los fantasmas del cambio y de perder su espacio o compartirlo no les deja dormir, acaso por que en el fondo saben que no están preparados para asumir esta nueva realidad.

Los nuevos vecinos, esos nuevos ciudadanos no pueden ser otra cosa que mano de obra barata,incapaz de pensar, de proponer, de ser mejores, de hacer las cosas por el solo hecho de que hacen falta y nada más.

Lo dicho, los fantasmas le carcomen la conciencia, será quizás por que en realidad no dicen en realidad lo que por dentro piensan.

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