“Los problemas no lo crean los inmigrantes, sino los políticos”
Joan Martínez tiene una trayectoria de 22 años en el mundo de las asociaciones de vecinos. Después de participar en la de Gavà y trabajar con la del Baix Llobregat es desde hace dos años el Presidente de la Confederación de Asociaciones de Vecinos de Cataluña (CONFAVC).
La CONFAVC, que aglutina unas 670 asociaciones de vecinos del territorio catalán, ha puesto en marcha desde 2004 distintos proyectos con el objetivo de trabajar por la convivencia en los barrios. “Vimos la necesidad de hacer un proyecto de acción social que de una respuesta a nuestras necesidades”, explica.
La entidad optó por llevar a cabo un curso de gestión multicultural e intervención en inmigración que ayude a reflexionar sobre el nuevo panorama local y trabajar para que no haya actitudes xenófobas. Para impartir la formación buscaron informantes de primera mano que comenten las particularidades de sus países, una forma de no contribuir a la reproducción de tópicos. “Si queremos hablar de Sudamérica, lo hacemos con una persona de allá, y si es del mundo árabe lo mismo, para que expliquen cómo es su cultura”, dice Martínez.
Problemas locales
Las asociaciones de vecinos trabajan en este momento sobre tres grandes ramas que son la Ley de dependencia, la Ley de barrios y la convivencia a nivel de localidades. “Tenemos posibilidad de actuar en los tres ejes, pero la propia administración también tiene que comprometerse. Se está haciendo una Ley de barrios que implica rehacer edificios y parques, pero el problema es que se está marginando a mucha gente. El barrio puede quedar precioso, pero se está dejando a las personas fuera”, denuncia Martínez. “En el Raval, por ejemplo, mucha gente ha tenido que irse porque no podían pagar los pisos que han hecho. Los reubicaron, pero en barrios muy lejos del centro. Y esto nos toca a todos: a los vecinos de siempre y a los nuevos”, explica.
La filosofía de la CONFAVC es trabajar estos temas de forma global. “No trabajamos la vivienda para unos u otros, sino para todos. Si conseguimos tener la mejor sanidad se supone que el que ahora está protestando (tanto porque lo marginan o como porque no hay recursos suficientes) dejará de hacerlo”. Para que no haya problemas de convivencia Martínez cree que lo más importante es el diálogo, que la gente se encuentre y se escuche para luchar por unas metas comunes: que en cada barrio haya los equipamientos necesarios, plazas de guardería, centros de atención primaria, residencias, bibliotecas.
Pero tan dañina como la confrontación social por la falta de recursos puede ser la formación de guetos. Martínez teme que ciertos colectivos se cierren. “Lo que tenemos que hacer es ir a buscar a las asociaciones de barrio, porque todos tenemos el mismo fin: que el barrio esté bien. Queremos que la gente participe, porque si nos convertimos en sectoriales, nos cerramos en un concepto de religión o en uno de cultura, no seremos capaces de luchar. Y eso ya les va bien a los políticos, porque es más fácil negociar con un sector que con todos unidos”, razona.
“Si conseguimos integrarnos todos, y no hablo solo de los inmigrantes sino también de los de aquí, podremos trabajar juntos. El problema no es de dónde venimos, sino el dinero que tenemos. Los ricos no tienen estos problemas. La inmigración funciona porque hay gente que la explota y es la misma que nos explota a los que hemos nacido aquí. Cuando seamos capaces de exigir la igualdad de salarios, vivienda, educación y condiciones sociales todos juntos se habrá logrado algo”, resume.
Martínez cree que mientras que no se solucionen la dotación de recursos habrá conflicto con la inmigración, pero no porque la gente que viene sea la que trae los problemas. “Miremos la experiencia francesa: el mismo Estado es el que creó los guetos. En este país hace muchos años hay inmigración, han pasado muchísimas culturas por aquí y los problemas no vienen por las personas que llegan, sino por las políticas que se ponen en práctica desde el poder”, remata.
La CONFAVC, que aglutina unas 670 asociaciones de vecinos del territorio catalán, ha puesto en marcha desde 2004 distintos proyectos con el objetivo de trabajar por la convivencia en los barrios. “Vimos la necesidad de hacer un proyecto de acción social que de una respuesta a nuestras necesidades”, explica.
La entidad optó por llevar a cabo un curso de gestión multicultural e intervención en inmigración que ayude a reflexionar sobre el nuevo panorama local y trabajar para que no haya actitudes xenófobas. Para impartir la formación buscaron informantes de primera mano que comenten las particularidades de sus países, una forma de no contribuir a la reproducción de tópicos. “Si queremos hablar de Sudamérica, lo hacemos con una persona de allá, y si es del mundo árabe lo mismo, para que expliquen cómo es su cultura”, dice Martínez.
Problemas locales
Las asociaciones de vecinos trabajan en este momento sobre tres grandes ramas que son la Ley de dependencia, la Ley de barrios y la convivencia a nivel de localidades. “Tenemos posibilidad de actuar en los tres ejes, pero la propia administración también tiene que comprometerse. Se está haciendo una Ley de barrios que implica rehacer edificios y parques, pero el problema es que se está marginando a mucha gente. El barrio puede quedar precioso, pero se está dejando a las personas fuera”, denuncia Martínez. “En el Raval, por ejemplo, mucha gente ha tenido que irse porque no podían pagar los pisos que han hecho. Los reubicaron, pero en barrios muy lejos del centro. Y esto nos toca a todos: a los vecinos de siempre y a los nuevos”, explica.
La filosofía de la CONFAVC es trabajar estos temas de forma global. “No trabajamos la vivienda para unos u otros, sino para todos. Si conseguimos tener la mejor sanidad se supone que el que ahora está protestando (tanto porque lo marginan o como porque no hay recursos suficientes) dejará de hacerlo”. Para que no haya problemas de convivencia Martínez cree que lo más importante es el diálogo, que la gente se encuentre y se escuche para luchar por unas metas comunes: que en cada barrio haya los equipamientos necesarios, plazas de guardería, centros de atención primaria, residencias, bibliotecas.
Pero tan dañina como la confrontación social por la falta de recursos puede ser la formación de guetos. Martínez teme que ciertos colectivos se cierren. “Lo que tenemos que hacer es ir a buscar a las asociaciones de barrio, porque todos tenemos el mismo fin: que el barrio esté bien. Queremos que la gente participe, porque si nos convertimos en sectoriales, nos cerramos en un concepto de religión o en uno de cultura, no seremos capaces de luchar. Y eso ya les va bien a los políticos, porque es más fácil negociar con un sector que con todos unidos”, razona.
“Si conseguimos integrarnos todos, y no hablo solo de los inmigrantes sino también de los de aquí, podremos trabajar juntos. El problema no es de dónde venimos, sino el dinero que tenemos. Los ricos no tienen estos problemas. La inmigración funciona porque hay gente que la explota y es la misma que nos explota a los que hemos nacido aquí. Cuando seamos capaces de exigir la igualdad de salarios, vivienda, educación y condiciones sociales todos juntos se habrá logrado algo”, resume.
Martínez cree que mientras que no se solucionen la dotación de recursos habrá conflicto con la inmigración, pero no porque la gente que viene sea la que trae los problemas. “Miremos la experiencia francesa: el mismo Estado es el que creó los guetos. En este país hace muchos años hay inmigración, han pasado muchísimas culturas por aquí y los problemas no vienen por las personas que llegan, sino por las políticas que se ponen en práctica desde el poder”, remata.
