¿Por qué hay que inscribirse para votar en las municipales?



Escrito por
María Fernanda

Cuando una recién llega a vivir a un país todo lo siente ajeno.

El habla es ajena, los sabores, los edificios, la gente, las calles, el clima, los ruidos que se escapan de los bares, las pizarras que ofrecen el menú del día.

Una es extranjera de todo eso.

A medida que pasa el tiempo también te vuelves un poco extranjera de la tierra de la que te fuiste.

Se difuminan los colores y la sensación del viento húmedo metiéndose por tu nariz, se recuerda vagamente el sabor de la papaya madura y te cuesta hasta recordar la voz de tus amigos tantas veces escuchadas.

Un día amaneces extranjera de tu país natal.

La cotidianidad se te escapa y también las nuevas construcciones, los cambios, los retrocesos, los avances.

El día que no hay agua, el día que no hay luz, el día que se inundan las aceras, el día que inauguran un parque, una escuela en tu barrio.

Todo eso te lo pierdes.

Y a veces ni sabes el nombre de ese hombre o mujer que tus compatriotas (tu mamá, tu papá, tus vecinos) han elegido para dirigir el rumbo de la ciudad, de la provincia, del país.

Y a veces ni sabes lo que ese hombre o esa mujer están haciendo bien. O mal. O regular.

Porque estás lejos y sus decisiones no te alcanzan.

Y sin embargo aquí, donde instalaste la carpa de tu vida con enormes dificultades, tampoco te sientes elector, decidor, ciudadano.

Porque haces lo mismo que todo el mundo, esto es tratar de ser feliz, de mantener tu trabajo, de que tus hijos sean educados, de reír, de ver televisión con tranquilidad, de -algún sábado afortunado- salir a bailar con tu amor.

Pero no puedes, como todo el mundo, elegir a tus autoridades: a esos hombres y mujeres que van a hacer y deshacer con el dinero de tus impuestos y que, resumiendo, trabajan para ti y tus vecinos, que son tus empleados.

Pero no los puedes elegir. Tú no.

Hasta ahora.

El próximo mayo de 2011, 320 mil extranjeros de varios países, entre ellos seis latinoamericanos, van a poder votar en las elecciones municipales.

Pero para eso hay que inscribirse.

Por eso es tan importante para todos nosotros que los que pueden votar se apunten en el censo electoral.

Porque nuestro domicilio, ese que aparece en un padrón de habitantes de alguna ciudad española, está aquí.

Porque las decisiones (buenas o malas) de los políticos nos afectan.

Porque democracia significa gobierno de todos, no gobierno de los que nacieron aquí.

Porque así como tienes obligaciones ciudadanas que cumples, debes de tener derechos ciudadanos que poner en práctica.

Porque toda la sociedad española debe enterarse de que sus vecinos extranjeros se implican en buscar el bienestar común, juntos, sin fronteras, el del primero A y el del primero B, sin importar de dónde hubieran venido.

Porque nuestros hijos son también hijos de esta tierra y merecen que sus padres les dejemos el ejemplo de la participación democrática, de la implicación en los derechos que harán historia como este.

Porque podemos hacer una diferencia.

Porque de nada servirá quejarnos de que todo está mal o de que los inmigrantes somos perseguidos por las políticas de un gobernante si no hemos dado nuestra opinión sobre quién debe gobernarnos.

Porque no tenemos derecho a quejarnos si no participamos.

Porque ya somos parte de este país, porque queremos verlo bien y próspero, porque su bienestar y prosperidad es también la nuestra.

Porque cuando se abre una oportunidad histórica, dejarla pasar es una irresponsabilidad.

Y nosotros no somos irresponsables.

Nosotros hemos cruzado el mundo por responsabilidad.

Nosotros queremos que la ciudad en la que elegimos vivir tenga el mejor gobierno.

Nosotros queremos sentirnos cada día un poco menos extranjeros.

Por eso es importante inscribirse.

Y pasar, con apenas una firma, de ser inmigrantes a ser vecinos.

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