“La propuesta del retorno no es realista”

Con un pie en España y otro en Ecuador, Claudia Pedone ahonda en algunas de las consecuencias de la inmigración que muchas veces no se tienen en cuenta. Entre ellas, la generación de nuevos tipos de vínculos como la familia transnacional, y la estigmatizada imagen con que cargan los migrantes, tanto aquí como allá.

Los gobiernos de Ecuador y España han planteado en distintas oportunidades el tema del retorno. ¿Cómo ve estas políticas?
La mirada que hay que hacer del retorno es mucho más compleja, hay que ver qué posibilidades tienen las familias y qué espacios socioeconómicos existen realmente en los países de origen para que haya un retorno, sobre todo cuando se habla de un retorno masivo como se plantea ahora. Yo no veo esta propuesta como realista, pero sí con tintes ideológicos concretos, tanto en origen como en destino. Con la transnacionalización de la vida cotidiana y la gestión de la familia desde varios lugares a la vez hay que pensar el retorno de otra manera, como un proceso complejo que involucra retornos temporales, reemigraciones y retornos de distintos miembros de la familia que responden a diferentes negociaciones familiares. Por ejemplo, hay retornos de personas mayores en Ecuador que emigraron en la década de los ’90 y no responden a la migración de este último flujo. Estas personas vuelven a sus lugares de origen. También estamos viendo cómo algunos adolescentes retornan, por lo tanto no son las familias completas las que vuelven.

¿En los últimos años ha habido una feminización de la inmigración ecuatoriana?
En el imaginario ecuatoriano desde la década del ’60 está la inmigración hacia Estados Unidos. Esa emigración había sido eminentemente masculina, por lo tanto en el imaginario colectivo estaba la idea de que el principal lugar de destino era Norteamérica, con el paradigma de alcanzar el paraíso y con un varón que se arriesgaba a hacer el viaje para alcanzar el bienestar familiar. Pero cuando las condiciones cambiaron a finales de los ’90 (se dolariza la economía y Ecuador sufre una crisis profunda por el neoliberalismo) la repercusión más importante la sufrieron los sectores socioeconómicos medios. Esos sectores empezaron a invertir sus pocos recursos o las indemnizaciones de sus despidos en la inmigración. Como con la dolarización el viaje se volvió inalcanzable para muchas familias (cuesta entre 8000 y 15000 dólares) España se configuró como un destino seguro y barato. Poco a poco en España comenzó a haber una demanda específica de mano de obra inmigrante femenina para sectores laborales concretos, como el servicio doméstico, para cubrir espacios donde antes ejercían las mujeres autóctonas que se están incorporando al mercado laboral. Entonces confluyeron ambos factores: la dolarización que hizo inalcanzable el viaje a Estados Unidos y la demanda de mano de obra femenina en España.

Así la mujer se convierte en la reagrupante...
Cuando hablamos de esta feminización de la inmigración no es cuantitativamente, sino es que se rompe el imaginario de que el que emigra es el varón; en ese momento la mujer organiza toda su red familiar para dejar a sus hijos. Otra cuestión importante es que ella se va a convertir la reagrupante familiar, por lo que aquí en España también se rompe esa imagen de que es el varón que llega como inmigrante. Esto supone también una diferencia muy importante en cómo se debe concebir la reagrupación familiar, porque hasta el momento incluso en algunas leyes y planes se sigue considerando a la mujer como reagrupada, a pesar de que es ella muchas veces la que trae al hombre. Esto también hace que las leyes contribuyan a discriminaciones de género.

Estos nuevos modelos familiares también tienen consecuencias en los niños...
Este es un tema complejo, porque se ha estigmatizado mucho a las familias migrantes, tanto en destino como en origen. En destino se estigmatiza a los hijos por ser hijos de inmigrantes y en origen la salida masiva de población ha producido un reacomodamiento de las estructuras familiares, entonces las abuelas, las tías, han pasado a criar a los hijos. Esa situación ha llevado a una estigmatización de las familias, desde los medios de comunicación se muestra a los hijos de migrantes con estereotipos, como que son susceptibles de crear problemas sociales, que tienen bajo rendimiento escolar, con el tema de los embarazos adolescentes...entonces asistimos a un problema grave, porque por un lado se habla de cómo captar remesas y generar productividad a partir de la migración y por otro lado cuando hay un problema social se culpabiliza a esas personas que son las que están haciendo entrar el dinero a los países de origen. No se hace un análisis complejo del porqué de la migración y cuáles son sus consecuencias a nivel social y económico y lamentablemente, la parte más vulnerable, que son niños y jóvenes, quedan como convidados de piedra de estos hechos.

Aquí se ha hablado mucho de las bandas latinas...
Sí, la policía incluso maneja datos que establecen que del 100% de los jóvenes latinoamericanos sólo un 2% pertenece a estas organizaciones. Sin entrar en una valoración negativa ni positiva de estas organizaciones juveniles, con el boom mediático de las bandas latinas se invisibilizó al 98% restante. Se invisibilizó una pluralidad de trayectorias de vida de los hijos y las hijas de la migración. Hay chicos que piensan en el retorno y hay otros con los que yo trabajo en Ecuador que a partir de una compleja situación familiar vivida durante toda su niñez y adolescencia tienen una visión muy crítica de la migración familiar y piensan mucho en si su trayectoria personal como adultos va a involucrar o no la posibilidad de la emigración. Ellos tienen ideas elaboradas, asocian lugares de destino como Europa con lugares de trabajo precario donde es muy complicado tener un ascenso profesional y siguen mirando a Estados Unidos como un sitio donde es posible perfeccionarse en mayor medida. Piensan adónde quieren migrar. Muchos, a partir de la experiencia de sus padres, piensan terminar sus estudios en Ecuador o salir con papeles. Pero eso no se refleja en los discursos políticos ni en los medios.

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