El doble reto de las mujeres inmigrantes

La subcontratación de las mujeres inmigrantes, la explotación laboral y una legislación reguladora del mercado de trabajo pensada desde el punto de vista masculino, son algunos de los temas que se trataron en la presentación del libro “Mujeres Inmigradas: trabajo y sindicato”.



La publicación, presentada el viernes por Dolores Juliano, antropóloga especializada en trabajo femenino y migración, y Ghassan Saliba, secretario de Inmigración del sindicato CCOO, recoge las intervenciones de las jornadas que organizó la Secretaría para la Inmigración en diciembre pasado bajo el mismo nombre.

“Los problemas laborales que encuentran las mujeres inmigrantes no se corresponden con sus limitaciones sino con las del mercado que les ofrecemos, que es el mercado laboral que han abandonado las mujeres españolas a las cuales no les interesan determinados trabajos. Desgraciadamente, transferimos estos trabajos mal pagos a las inmigrantes”, explicó Juliano durante su intervención. Ese mercado de trabajo al que acceden las mujeres inmigradas no está regulado, por lo que las condiciones que ofrece “siempre han sido terribles”, según la antropóloga.

En cuanto a la legislación, “al estar pensada desde el punto de vista masculino prioriza determinados aspectos que son más simples de cumplir para los hombres que para las mujeres”, manifestó Juliano, “por ejemplo, con la regularización a partir de un contrato laboral”, ya que muchas de las inmigradas se dedican a sectores como el cuidado de las personas o la limpieza, que no han estado regulados nunca.

Juliano también alertó de que el actual contexto de crisis económica y las políticas de exclusión que está generando la Unión Europea, pueden desencadenar un agravamiento de la competencia de los sectores con menores recursos. “Estamos ante modelos de discriminación aprendidos desde una política que relaciona inmigración con violencia y delincuencia”, denunció la antropóloga.

Cuatro testimonios de trabajadoras inmigradas
La precariedad laboral que denuncia el libro es fácilmente palpable entre las féminas que han llegado al país en la última década. A continuación, cuatro ejemplos que sirven para reflejar la vida cotidiana de muchas de ellas.

Ana Díaz (Argentina): “Lo importante es tener un lugar donde vivir dignamente”


“Soy Licenciada en Educación. Vine a hacer un máster, pero sin papeles. Creo que no todas venimos con formación y que éste puede ser un problema; pero para mí lo más difícil fue llegar y establecerme. Si una llegara y no tuviera tantas trabas para acceder a una vivienda las cosas serían distintas. He tenido que compartir piso con personas que no conozco y creo que hay que pensar más en las condiciones, en lo básico de la sociedad de acogida para vivir dignamente”.

Ihssan (Marruecos): “Es imposible trabajar con pañuelo”


"Llevo aquí cuatro años. Si vienes con reagrupación familiar tienes muchos problemas para incorporarte al trabajo. Yo empecé como inmigrante, mujer y marroquí. Después de superar todo eso también me costó encontrar trabajo, porque no es lo mismo ir a hacer una entrevista laboral con pañuelo que sin él. Trabajar con pañuelo aquí es imposible, la única manera es en un sitio que no sea de cara al público”.

María Gabriela González (Bolivia): “Aquí no hay especialización”

“Yo ahora estoy en paro forzoso. Trabajé durante dos años en un hostal pero me echaron sin pagarme el finiquito. Ahora estoy en juicio, porque trabajaba muchas horas, prácticamente los siete días de la semana por 750 euros. Hacía todo: la limpieza, la entrada y salida de los huéspedes, la contabilidad... cubría unos tres puestos de trabajo. Veo que aquí las condiciones laborales no son buenas, he visto que aquí no hay especialización, una tiene que hacer de todo y lo veo como explotación”.

Nilda Martínez (Bolivia): “No tengo opción a un trabajo calificado”


Yo vine con ciudadanía gracias a mi marido, que es hijo de catalán. Nosotros éramos empresarios y nos iba bien en Bolivia, pero nos vimos obligados a irnos del país. Aquí por la edad que tengo no encuentro trabajo, soy profesora de francés, pero por el hecho de ser boliviana no creen en mi capacidad. Ahora he hecho un reciclaje con distintos cursos y quiero hacerme autónoma, de otra forma no creo que tenga opción a un trabajo calificado”.

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