España está condenado a acoger cada vez más inmigrantes

Sami Naïr: "España está condenado a acoger cada vez más inmigrantes"

Filósofo, sociólogo y politólogo, Sami Naïr nació el año 1947 en Belfort (Francia), en el seno de una familia de origen argelino. Profundo conocedor del tema de la inmigración asegura que "cuando se dice que en Francia tenemos cuatro millones de inmigrantes, en realidad tenemos 12 millones, porque hay que contar a los que se han integrado y tienen la nacionalidad francesa" y que "la multiculturalidad no existe, que lo que tenemos es una interculturalidad, y que nuestro trabajo consiste en encontrar un elemento de identidad común".



Sami Naïr tiene la convicción de que el flujo migratorio no se detendrá porque es una consecuencia natural de las desigualdades sociales: a mayor diferencia de riqueza entre el norte y el sur, mayor cantidad de inmigrantes del sur hacia el norte. Es una ecuación que Naïr como destacado intelectual reconocido por sus pares europeos, conoce bien.

En su época de eurodiputado fue miembro titular de la Comisión de Asuntos Extranjeros de los Derechos de las Personas, de la Seguridad Común y de la Política de Defensa, y también presidió la Delegación para las Relaciones con los países del Mashrek (Egipto, Jordania, Líbano y Siria) y los Estados del Golfo. En 1997, asesoró al gobierno francés, a petición del primer ministro Lionel Jospin, en temas de integración y desarrollo nombrándolo Delegado Interministerial al Codesarrollo y a las Migraciones Internacionales.

Catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de París VIII, ha sido docente de numerosas universidades de América Latina, de Europa y del Magreb (Marruecos, Argelia y Túnez). Además de ser autor de una decena de libros relacionados en su mayoría con la inmigración, sus artículos en El País, Libération, o Le Monde, trasuntan toda esa humanidad que el ciudadano ya no encuentra ni en el sistema político, ni en el comportamiento muchas veces cruel de las transnacionales.

Naïr participó en el II Foro Social Mundial de las Migraciones desarrollado en Rivas Vaciamadrid y en este entorno cosmopolita aceptó dialogar en exclusiva con Mundo Hispano.

Hay algunos estudiosos que señalan que ante la pérdida de población, Europa necesita unos 30 millones de inmigrantes de aquí al 2050, mientras que hay otros que señalan que con la crisis económica que se avecina, Europa y, en especial España, ya no soportaría más inmigrantes. ¿Cuál es su visión respecto a este tema?

El problema de soportar o no soportar en mi opinión, es un falso problema. Todo depende del crecimiento económico. Si el crecimiento económico es importante, se puede soportar a millones de inmigrantes y no solamente soportar, pondremos políticas en marcha para ir a buscar a esta gente y hacerla llegar a nuestros países. Todo depende del crecimiento económico. La verdad es que ahora la Unión Europea (UE) tiene una necesidad de inmigrantes, pero al mismo tiempo un crecimiento económico muy bajo, el cual se sitúa en torno al 3%, lo que es absolutamente problemático. La única manera de poder responder a esta demanda migratoria es poner en marcha una política de crecimiento económico a nivel europeo, mientras que hoy en día tenemos una política de competencia, de gestión de la competencia entre las economías liberales. Por eso considero que un país como España, es un país que está condenado a acoger cada vez más inmigrantes por razones demográficas, económicas, por razones también de peso a nivel europeo. Es una demagogia decir que hemos llegado a un punto en el cual ya no tenemos más posibilidades de acoger a más inmigrantes.

Se ha planteado establecer una inmigración dirigida, ¿usted cree que esta forma sería una solución en el tiempo y que realmente serviría para regular el flujo migratorio?

No creo en eso y considero que es profundamente desigual porque no hay que introducir una jerarquía entre los inmigrantes. Tanto a nivel de las nacionalidades, de la etnia, de la confesión, como a nivel de la formación. No veo porqué hoy en día hay que favorecer los técnicos, los cuadros, porqué necesitamos rechazar a los pobres. Considero que la política de inmigración tiene que ser una política equilibrada basada en el derecho común; no podemos abogar por el derecho común igualitario dentro de nuestras fronteras y, al mismo tiempo, abjurar de él practicando un derecho desigual en el que el técnico tiene mucho más derecho que el pobre, quien necesita emigrar mucho más que el técnico. Entonces, en este sentido, estoy totalmente en contra de estas soluciones porque en mi opinión, son socialmente muy peligrosas y, a veces, racistas.

Europa rechaza el 97% de las solicitudes de asilo y mantiene altas cantidades de extranjeros irregulares. ¿Esta es una estrategia encubierta para mantener activa una economía gracias a la mano de obra barata de las personas que no están regularizadas?

El problema de la regularización es un problema muy complejo porque primero depende de leyes que en cada país son diferentes. No hay un acuerdo entre todos los países de la UE sobre lo que debe ser una política de regularización. Francia tiene su punto de vista, España también, Alemania e Inglaterra también, cada uno en función de sus necesidades.

Sabemos perfectamente que hoy la economía sumergida es el principal factor llamada de la inmigración clandestina: no hay economía sumergida porque hay inmigración clandestina, sino que hay inmigración clandestina porque existe una economía sumergida. Esta inmigración irregular actúa como un vector de ajuste a la baja de los sueldos y de la competencia económica en los países desarrollados. Lo hemos visto aquí en España, en Italia también, poco menos en Francia donde el sector de economía sumergida es casi inexistente al igual que en Alemania, y por eso las leyes son mucho más rigurosas.

¿Qué opina de los centros de internamiento para extranjeros (CIE)? ¿Son una solución? ¿Qué alternativa hay a los CIEs?

El problema de los centros de internamiento es que no son una solución. Deben ser considerados como un medio. Se puede entender que la UE y los países tengan espacios, territorios en los que los ilegales cuando llegan puedan ser integrados. Hay campos abiertos, campos cerrados, y centros que permiten tramitar la situación de cada uno. Estos centros deben, en mi opinión, existir dentro del territorio de la UE.

El problema es que ahora la UE, para no tener a esta gente dentro de su territorio donde es más difícil expulsarla, negoció con varios países fronterizos (Marruecos, Libia, Turquía) la creación y mantenimiento de campos extracomunitarios. Y en estos campos no hay leyes europeas. Fuera del espacio europeo son las leyes de estos países las que se aplican y ya sabemos que, a menudo, están regidos por gobiernos antidemocráticos.

Desde el punto de vista del derecho humanitario, este tratamiento, esta subcontratación de la gestión de los grupos migratorios, evidencia una hipocresía terrible porque consiste en desligarse de su responsabilidad y hacer soportar a otros países, al parecer a cambio de una ayuda financiera o no sé qué, el tratamiento de esta gente. Esta política de la UE es una vergüenza y del todo condenable.

¿Se puede llegar a un acuerdo a nivel europeo para que los extranjeros voten en las elecciones nacionales de cada país?

La UE no tiene una posición común en este sentido porque el extranjero no existe como sujeto soberano. Lo que se puede decir es que sería bien otorgar el derecho de voto y lo dice a menudo. Es la posición de la Comisión de Bruselas, no es la posición del Consejo Europeo. Cada uno sabe que la UE es ante todo el Consejo Europeo, o sea, el Consejo de los Jefes de Estado y de los Primeros Ministros, de los jefes de gobiernos. En este marco no hay una posición común. En el Tratado Constitucional rechazado no había una propuesta en cuanto al derecho de voto, sino una frase muy general hablando de la "equiparación de los derechos sociales, culturales" de todos los extranjeros. Ahora lo que está pasando es la cosa siguiente: (es una pregunta muy importante) es que en realidad la UE tiene una concepción de la inmigración, a la vez como mercado migratorio, por otro lado quiere una inmigración de población, es decir una inmigración de asentamiento, de gente que llega para quedarse y no para volver a su país. En este sentido, cada país prefiere favorecer el acceso a la nacionalidad, a la naturalización, que otorgar derechos que pueden ser considerados de segunda: poder por ejemplo, votar en las elecciones locales, pero no en las legislativas, no en las presidenciales en los países donde hay un sistema presidencial. Mientras que la estrategia de todos los países hoy, absolutamente todos, es favorecer la inmigración de asentamiento de gente que viene para quedarse y para volverse ciudadanos nacionales. El objetivo de la política de Gobierno respecto de la inmigración marroquí aquí en España, y la de los ecuatorianos y la de los latinoamericanos es que se vuelvan españoles, no solamente ciudadanos sino ciudadanos con la nacionalidad española. No se dice, pero fundamentalmente en todos los países se favorece esta idea.

Si lo que se busca es una política de asentamiento ¿cómo se explica entonces que un extranjero encuentre tantos obstáculos para poder regularizarse?

Precisamente por eso. No pueden abrir el derecho fácilmente, necesitan, y todos los países ponen en marcha reglas duras para no aparecer como países donde se puede fácilmente conseguir los derechos sociales y la nacionalidad. Esa es una política de todos los países europeos que se han vuelto países de inmigración. Todos, España, Italia, Francia... y están captando una parte importante de la población mundial pero quieren evidentemente a la gente que le interesa, no a todo el mundo.

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