UNA LARGA ESPERA

La reagrupación familiar es una de las preocupaciones principales y quizás el tema más sensible para cualquier inmigrante, ya que como es normal, una vez superados los primeros escollos de los recién llegados: permiso de residencia y trabajo, trabajo, y vivienda, el paso siguiente es traer a sus familiares; pero estas palabras se traducen en años. El proceso de normalización del 7 de febrero al 7 de mayo de 2005 posibilitó que 575.000 inmigrantes obtuvieran su permiso de residencia en España (aproximadamente 120.000 en Catalunya). Esa primera tarjeta de residencia tiene una validez de un año; y la ley determina que para solicitar la reagrupación de familiares, es necesaria la renovación de ese permiso de residencia. Si a esto le sumamos el tiempo necesario que todo inmigrante requiere para lograr disponer de una vivienda y un ingreso económico para mantener a su familia (otros de los requisitos indispensables), estamos en un momento en donde muchos de aquellos regularizados acaban de traer a sus seres más queridos, o se encuentran en plena lucha y cargados de ansiedad entre documentaciones difíciles de conseguir y plazos interminables. Mientras que entre los años 2000 y 2003 en España se otorgaron algo más de 30.000 permisos de residencia por reagrupación familiar, el año pasado fueron casi 100.000, y en 2007 continúa el crecimiento. Sólo en Barcelona desde la última regularización aproximadamente 15.000 inmigrantes han solicitado reagrupación familiar.Desde pedir la cita para presentar la solicitud de la reagrupación, hasta que esta sea concedida, pueden pasar seis meses, luego la ansiedad cruza el océano esperando que el consulado otorgue los visados correspondientes; con mucha suerte se logra en un mes, o en seis si el país de origen es Ecuador y el candidato a ser reagrupado ya pagó el sellado de 80 dólares en el banco de Guayaquil para que le den un turno en el consulado de España.Para la ecuatoriana Lorena Mejía Vargas, oriunda del cantón Milagro, la odisea es aún mayor. Desde mayo de 2006 gestiona la reagrupación de su hija Katerine, pero el deseo de pasar Navidad juntas fue una quimera. "Aquí todo fue bien. Envié la documentación a mi mamá, pero le dieron cita para abril. Como el viaje de Milagro a Quito es duro y costoso y mi mamá no puede ir y venir cada semana, yo misma decidí viajar a Ecuador a realizar los trámites. En mi primera cita me dijeron que tenía que volver en mayo porque faltaba un examen médico analítico, al volver a lo del médico descubrió que el examen estaba, sólo que tenía un sello de aceptado sobre la palabra analítica y la funcionaria lo dio por faltante. En mayo no me aceptaron mi solicitud porque tenía el permiso de residencia vencido, claro… ¡si hacía un año que había iniciado el trámite!” cuenta Lorena con mucha bronca.Ya de regreso en Barcelona, y después de haber enviado el resguardo de la renovación de su tarjeta de residencia, la cita de junio la tendría la madre de Lorena, pero por colapso en el consulado fue postergada para el 27 de julio, y el billete de Katerine fue un gasto a fondo perdido porque caducó el pasado 30 de junio. En octubre vence el permiso de residencia en España de Katerine, esperemos que llegue a tiempo.El coste de volver a estar con los familiares no sólo se paga con el tiempo, la distancia, la decisión y el coraje de decidir emigrar por un futuro mejor; mucho trabajo, dinero, y largos trámites también se invierten para que llegue el momento más deseado.Vicente Espinosa y María López ya disfrutan del final feliz, pero también transitaron por sus peripecias. Tras dejar en 2002 la provincia de Manabí, también en Ecuador, este año lograron volver a estar junto a Octavio y Álex, sus hijos, que entonces tenían ocho y dos años, y habían quedado con familiares en su país. “Los trámites de la reagrupación se efectuaron sin ningún problema en España, por eso viajamos los dos a Ecuador en noviembre con el objetivo de traer a nuestros hijos. Tuvimos la cita en Quito en el Consulado español, pero a mis niños les negaron el visado, argumentando que desde España no había llegado la información" cuenta aún con tristeza la madre.Carlos y María regresaron a Barcelona sin los niños para incorporarse a sus trabajos y dejaron un poder a sus familiares, quienes después de cinco viajes de aproximadamente ocho horas de Bahía (Manabí) a Quito, lograron conseguir los visados.

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