La otra cara de la crisis: los inmigrantes hispanoamericanos dejan de enviar dinero a sus familias

Casi nueve de cada diez integrantes del colectivo reconocen problemas económicos o desconfianza en los intermediarios a la hora de mandar ayudas fuera de España

Una oficina de envío de dinero en Barcelona / GOOGLE STREET VIEW

 Casi nueve de cada diez (89%) inmigrantes latinoamericanos que viven en España han dejado de enviar dinero a sus hogares de origen durante la pandemia del coronavirus, según una encuesta del Centro de Ayuda Cristiano realizada a 1.000 personas del colectivo. La entidad apostilla que la situación de “dramática y angustiosa”.

El portavoz del centro, Alberto Díaz, explica que “para ellos [los inmigrantes] es extremadamente doloroso porque tienen la sensación de que están fallando a sus familias, mayormente personas dependientes e hijos a los que han dejado atrás”. Pero detrás de esta situación se esconden las consecuencias de la destrucción de empleo por la crisis y la desconfianza.

Un sustento económico necesario

De media, los inmigrantes latinoamericanos en España envían 2.162 euros al año a sus lugares de origen, 180 euros al mes, siendo Ecuador el primer país receptor de estas remesas, seguido de BoliviaHondurasColombiaBrasil y Venezuela.

Más de la mitad de ellos solo pueden enviar menos de 100 euros mensuales, mientras que el 39% destina entre 150 y 300 euros, siendo minoría los que envían más de 300 euros, una cifra para la que muchas veces deben combinar los ahorros de varios miembros de la familia, según datos de la entidad.

Envíos habituales

La periodicidad de los envíos varía, aunque la mayoría, el 62%, lo hace una vez al mes, mientras que un 10% los realiza cada dos meses y un 28% solo dos veces al año. Gran parte de este dinero es usado por los familiares para comprar alimentoselectrodomésticos y medicinas, pero también para la construcción de casas y el pago de deudas, señala Díaz.

Solo en España, y sumando los trabajadores de todos los lugares del mundo, las remesas anuales que salen del país se sitúan en el entorno de los 7,5 millones, en datos de Eurostat.

El impacto económico del fin de las remesas

Los datos de la encuesta del Centro de Ayuda Cristiano, asimismo, superan la previsión del Banco Mundial, que el pasado abril aseguraba que los envíos de inmigrantes hispanoamericanos se reducirían el 19,3%, pasando de 96 millones de dólares (81,7 millones de euros al cambio actual) a poco más de 77 millones (65,5 millones) este 2020.

Esto se ha debido, en parte, al incremento de la desconfianza de los inmigrantes en España de que el dinero no llegue a su destino por el cierre de agentes locales o por fraude de intermediarios locales.

Menos trabajo

Otro de los factores es el auge de la tasa de paro​ entre los inmigrantes con nacionalidad de países externos a la Unión Europea (UE), que debido a la reclusión decretada por el Gobierno para frenar la expansión del coronavirus se situó en el 27,13%, frente al 13,86% registrado entre los españoles, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Además, esta situación se ha visto agravada por el hecho de que EspañaItalia y Estados Unidos, países que más contribuyen a las remesas económicas de los inmigrantes con destino Hispanoamérica, hayan sido los países más afectados por la pandemia.

Un problema de doble filo

Así pues, muchos de los trabajadores inmigrantes afincados en España se han quedado sin trabajo, ya que, como bien apunta la coordinadora del equipo de investigación de sociología de las migraciones internacionales (Esomi), Laura Oso, en su mayoría trabajan en la economía informal o en el sector servicios, “dos de los sectores más afectados por el freno de la actividad económica”, en sus palabras.

Según Oso, “a pesar de que normalmente solo pensamos en las remesas que envían los inmigrantes a su país de origen, crisis como la del 2008 constatan también la presencia de remesas inversas”, es decir, del país de origen a España. No obstante, en la situación actual los familiares que se quedaron en América están atravesando las mismas dificultades que España, lo que dificulta que puedan destinar parte de sus ingresos a sustentar a los emigrados.

Familias con dinámicas transnacionales

Una de las características principales de la inmigración hispanoamericana es, según la coordinadora del Esomi, la “dinámica transnacional” que suele regir a estas familias.

Según explica Oso, los núcleos familiares de estos inmigrantes suelen quedar divididos, ya que mientras que algunos miembros se desplazan a un tercer país para buscar trabajo, otros se quedan en el país de origen para cuidar de los hijos o las personas mayores.

La inmigración en tiempos de pandemia

“En estos casos la recepción de remesas es fundamental, porque con ellas se paga la escasez de recursos que tienen las personas mayores sin pensión o el cuidado de hijos que quedan a cargo de familiares cercanos con la marcha de sus padres”, subraya la socióloga.

“La vida del inmigrante no es sencilla, cuando deciden cambiar de país es porque se ven obligados”, puntualiza Alberto Díaz, quien recalca la doble dureza de la situación derivada del coronavirus.

Aumentan los contagios en los países de origen

El portavoz Centro de Ayuda Cristiano explica que a la impotencia de no poder enviar ayuda económica a sus familiares y al dolor provocado por los momentos más duros de la pandemia en España, los inmigrantes hispanos suman ahora la angustia que supone para ellos el auge del Covid-19 en sus países de origen.

“Ellos ya lo vivieron aquí, y ahora son testigos de cómo suben las cifras de contagios en los lugares donde sus familias se encuentran sin poder enviar ni un euro”, lamenta Díaz, quien no cree que esta situación haga que los inmigrantes vuelvan a Hispanoamérica, ya que, en sus palabras, “en España no estamos bien, pero desgraciadamente hay lugares que están muchísimo peor”.

Latinoamericanos en España

El número de latinoamericanos en España ascendió en 2019, según los datos del INE, a 1.281.081.

Las comunidades autónomas con una mayor presencia de inmigrantes latinos el año pasado fueron Cataluña (300.027) y Madrid (324.472), seguidas por Andalucía (162.884) y la Comunitat Valenciana (124.844).

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