Familias en 'pisos patera': "Yo trato de no estar en casa, quedarte allí es peor, te desmoronas"
Josefina vive en Cornellà en una habitación por la que paga 600 euros al mes compartiendo una litera con sus hijos de 9 y 19 años
La familia destina al alquiler todo lo que gana el hijo y come gracias a Cáritas, pero es incapaz de asumir otros gastos
"Que mi mamá consiga un trabajo, y un apartamento". Este es el deseo que la hija de Josefina trasladó en el Día Mundial de la Infancia durante una actividad organizada por educadores de Cáritas. La niña, de 10 años, lleva seis meses malviviendo en una habitación de un piso de Cornellà (Barcelona). Comparte cama con su madre en el colchón inferior de una litera. El hermano, de 19 años, duerme en la de arriba. Apenas hay espacio para más. El resto de la habitación está rodeada de maletas y la comida que consiguen. Pagan 600 euros al mes para compartir piso con tres inquilinos más. Una mujer duerme en el sofá, otra en un colchón a ras de suelo entre el comedor y la cocina. Y el hombre que les arrenda estas camas ocupa la segunda habitación de la vivienda. "Somos tantos que por las noches tenemos que encender el ventilador para poder dormir", cuenta la madre. Incluso ahora, con la bajada de temperaturas. ´
SIN ESCUELA NI TARJETA SANITARIA
Esta
madre divorciada llegó a Barcelona el 30 de mayo. "En Colombia no hay derechos si no tienes dinero:
todo se tiene que pagar. La escuela, el médico... por eso vinimos acá, buscamos
oportunidades y un futuro mejor", cuenta. El primer
lugar al que fueron a vivir era una habitación en L'Hospitalet de
Llobregat. Pagaban 550 euros al mes para dormir, los tres, en una cama de
90 centímetros. "Fue terrible", dice. Era un ático compartido con
tres personas más. Entre ellos, una madre y su niña que dormían en un sofá.
El inquilino se negó a empadronarla, y tampoco lo hizo el
ayuntamiento bajo la categoría de 'sin domicilio fijo'. Debido a eso, la hija de Josefina ha estado meses sin
poder ir a la escuela y la familia no podía acceder ni a los servicios
sociales ni a la tarjeta sanitaria.
Josefina
quiso escapar de aquel infierno, pero no fue fácil. "Alquilar es
imposible: te piden contratos y fianzas... 4.000 euros", sigue. La
habitación es la única alternativa. "Pero te dicen que no, que no
quieren niños. ¿Y dónde meto a mi hija?", se pregunta con los ojos
húmedos. Al fin, a finales de agosto, y a través de grupos de Facebook,
encontraron una habitación en un cuarto piso sin ascensor. "Nos
empadronaban y aceptaban a mi hija", dice con media sonrisa. El precio,
600 euros al mes. Justo el salario de su hijo. Aceptaron. "No había
otra".
DIETA A BASE DE ARROZ Y LEGUMBRE
La
familia sobrevive con las ayudas de Cáritas. La entidad les facilita una tarjeta de 200 euros al mes para
comprar comida. "Para pescado no nos da, para carne, a veces", sigue
la madre. ¿Y fruta y verdura? La mujer rompe a llorar. "Comemos arroz o legumbres con cosas. Normalmente
con huevo, o si hay alguna salchicha... no podemos permitirnos más",
sigue. La niña asiste a diario al centro de Cáritas, donde participa de
actividades extraescolares o repaso de los deberes. Allí, la madre logra
conectarse al ordenador y enviar currículums. También les prestan ropa, o
extras de comida. Hace casi tres meses que
espera una cita con los servicios sociales del municipio.
"Vivir
así es terrible", admite la madre. "Te
asfixias, te ahogas", sigue. "No puedes cocinar
cuando quieres, ni usar el baño... tenemos un problema con mi hijo porque llega
sudado a diario y no tenemos donde dejar la ropa porque el olor se te
engancha...", explica. "Yo
trato de no estar en casa, de salir todos los días, quedarte allí es peor, te
desmoronas".
A pesar de ello, lo que más preocupa a esta madre no es el presente: es el futuro. "La dueña le ha dicho al señor que nos alquila la habitación que le va a subir 100 euros el alquiler. Que ha subido todo y que tiene que subir el precio. En febrero, tendremos que pagar 50 euros más. No sé como lo haremos", dice desesperada. Teme que la ayuda de Cáritas para la alimentación, que es temporal, desaparezca. "Te lo digo: me entran ganas de irme a ocupar. Pero no quiero eso, me da mucho miedo. Ojalá podamos seguir pagando", asume
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