Soy inmigrante (español)

un escrito mío publicado en TRIBUNA LATINA.
Soy inmigrante (español)


Juan Amaro
Días pasados la sexta emitía en el programa “Salvados” la cruda realidad que viven los españoles que empujados por la crisis buscan una oportunidad fuera de España, Noruega ha sido el país elegido por Jordi Èvole para abordar el tema.

El programa fue 'trending topic' y a nivel local ha sido comentado o muy comentado. La realidad que viven los españoles es de dura a muy dura, al punto que en sanidad la asistencia es cero y además no tienes derecho a ninguna ayuda social.

Los españoles que llegan a Oslo relatan sin pudor las experiencias que les toca vivir, comenzando por el idioma, luego el endurecimiento de las leyes de inmigración que están aplicando en toda Europa. La situación que atraviesan es variopinta, muchos llegan como lo hicimos nosotros, con poco o nada de información y enfrentándose a una lengua desconocida e incluso a normas de convivencia diferentes a las que están acostumbrados.

Aquel que haya visto el programa, sobre todo si es español habrá podido comprobar o al menos tomar conciencia de lo complicado que es conseguir un trabajo cuando te enfrentas a una lengua que jamás has hablado, de lo difícil que es enfrentarse al día a día tan sólo para sobrevivir. Son las reglas no escritas de una sociedad desarrollada que busca proteger a sus compatriotas y su estado de bienestar.

Los españoles que antaño llegaban en este caso a Oslo lo hacían con un nivel de preparación alto y sobre ellos pesaba un alto concepto, tal como uno de ellos admitía “ antes a los españoles se nos rifaban”, hoy llega el español sin apenas preparación y lo peor de todo es que la mayoría llega sin información y hasta sin apenas dinero.

Y es cuando surge el instinto de supervivencia, el ingenio y más, es entonces cuando me viene a la memoria una frase de un desparecido cantautor ítalo-argentino; “eran orgullosos trabajadores de cualquier cosa” en referencia a los inmigrantes que antaño llegaban a tierras sudamericanas, cargados de sueños, ilusiones y esperanzas.

Las mismas que hoy llevan los españoles que sufren un exilio obligado, que como un día nos pasó a nosotros, huyen o emigran en busca ya no de un brillante futuro sino de una posibilidad de simplemente ganarse el pan. Y entonces conseguir un empleo de limpiador o barrendero es motivo de tranquilidad, de seguridad, es “algo” para ir sobreviviendo, es encontrar la forma de ganarse el sustento desde la dignidad, desde el esfuerzo.

España contempla la marcha silenciosa de decenas de miles de personas que emigran hacia los más variados destinos en busca de trabajo, de una vida mejor o simplemente buscando sobrevivir. Su capital humano, aquel con formación y estudios es quien primero marcha pero luego la desesperación obliga también a marchar al resto, tanto que la cantidad de gente que ha marchado de España desde el comienzo de la crisis y hasta hoy supera ampliamente el millón y medio de personas.

Sólo un ejemplo: los ecuatorianos eran la segunda colonia de inmigrantes en España, con más 800 mil y hoy apenas si superan los 300 mil, o los catalanes, en 4 meses el INE admitía la marcha de al menos 90 mil catalanes hacia el exterior.

Esa es una realidad, España entera contempla cómo de ser un país receptor de inmigración en la última década pasa a ser nuevamente un país emisor de emigración. Siempre se puede aprender de estas situaciones, este es un momento donde el pueblo español en su conjunto puede mirarse al espejo y corregir errores, por ejemplo en la discriminación silenciosa y no tanto ante el tema de la lengua, o la educación o la sanidad.

Porque hoy sus hijos vuelven a ser inmigrantes, porque miles de familias saben y sienten en su seno los problemas que padecen y las situación a las que un inmigrante debe enfrentarse en el día a día. Lástima que tenga que ser de esta forma

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